La UAS, Universidad de la Esperanza

No hay nadie menos afortunado que el hombre a quien la adversidad olvida, pues no tiene oportunidad de ponerse a prueba -Séneca (2 AC-65) Filósofo latino.

Cuando en el ocaso del 2018, umbral de la 4T, las Universidades Públicas Estatales recibieron del nuevo gobierno federal la noticia de la cancelación del Programa U081 Apoyos para Saneamiento Financiero y la Atención a Problemas Estructurales de las UPES y de que se les recortaría recursos para operar en el 2019, respecto al 2018, de inmediato los académicos y los expertos en educación superior sopesaron la crisis económica que vendría después para las instituciones, en el 2020.

En el paquete de “rescate” de las Universidades del país, el presidente Andrés Manuel López Obrador incluyó la transparencia y la austeridad y la terminación de privilegios: acabar de raíz con las “dobles jubilaciones” o jubilaciones dinámicas, práctica que en los años ‘70 asumieron algunas universidades del país pagando una sobreprestación de retiro, quincenal o mensual, sobre la pensión o jubilación que otorga el IMSS o el ISSSTE.

De ahí partió el cálculo/predicción de que el sostenimiento y el éxito de las Universidades Públicas dependería de la capacidad de liderazgo de sus rectores y de la unidad de los universitarios en torno a los grandes proyectos institucionales. Hoy, los rectores de las Instituciones de Educación Superior son vistos como capitanes de los barcos en medio de la tormenta.

¿Qué pasará con la Universidad Autónoma de Sinaloa? ¿Cuál será su destino? ¿La autoridad rectoral, con el apoyo del sólido Consejo Universitario logrará salvarla de la crisis económica que data de los años ‘70, época en que la Casa Rosalina adoptó un modelo administrativo “estructural” que le provoca un boquete financiero anual que raya en los mil 700 millones de pesos?

Fueron muchas las interrogantes que, a finales del 2018, todo el año 2019 y hoy en el 2020, empezaron a “llover” en el campus Universitario. Las preguntas no cesan. Aumentan. En Sinaloa, el centro de atención es la UAS: la crisis provocada por la pandemia del coronavirus revalora la existencia de las Universidades Públicas. La investigación y la ciencia orientan las decisiones de las políticas públicas. Sin embargo, el gobierno de la 4T decidió “recortar” los presupuestos universitarios con el objeto de crear una “bolsa económica” para destinarla a la emergencia sanitaria del país.

En el caso de la UAS y otras 9 instituciones de educación superior, el gobierno federal canceló su compromiso de apoyo para el rescate universitario; durante todo el 2019 y parte del 2020 diez casas de estudio recortaron presupuestos y programas y abolieron prestaciones a sus directivos y trabajadores en activo, bajo la promesa de que el gobierno federal destinaría recursos al respaldo de las instituciones, pero siempre no, el compromiso federal no se cumplirá. La 4T mandó a las universidades la misma señal/exigencia del 2018 y 2019: ¡desaparezcan las jubilaciones dinámicas!

El impacto del anuncio del “recorte” y el incumplimiento de la promesa de apoyo financiero para el fin de año fue valorado en la Universidad sinaloense. El rector Juan Eulogio Guerra Liera, en medio de la doble crisis -economía y pandemia- dio un paso decisivo para atajar la adversidad: convertir a la casa rosalina en la Universidad de la Esperanza. Socializó el sentido de cambio y de urgencia. Los problemas se suceden y hay que afrontarlos: asegurar la continuidad de las clases, disponibilizar recursos educativos en formato digital, administrar el recurso económico, movilizar a grupos de investigación con contribuciones relevantes a los hospitales públicos, trabajar en unidad con los sindicatos –académico y administrativo-, usando todos los instrumentos posibles de la transición y la comunicación digital para “no dejarse atropellar por la realidad”.

El rector Juan Eulogio Guerra Liera movilizó recursos y voluntades, orientó el esfuerzo de muchos docentes y muchos no docentes para desarrollar las actividades, para mantener la dinámica de la Universidad. Sí: la pandemia deja muchas experiencias. La UAS requerirá más recursos para el 2021: El traslado a una educación híbrida, presencial y virtual, necesitará una fuerte inversión, pero la previsible crisis económica en México tendrá un impacto sobre el financiamiento de las actividades de investigación y desarrollo y amenaza con afectar las tareas académicas. Será necesario reconsiderar nuevas políticas nacionales y mecanismos institucionales para la orientación futura de todas las labores sustantivas.

En ese escenario, la UAS enfrenta un crucial reto que es probable que se agrave en el 2021: la falta de recursos. El pago de las jubilaciones dinámicas y los aguinaldos del 2019 provocaron un boquete financiero de 400 millones de pesos en el presupuesto del 2020, recursos que el gobierno federal se había comprometido entregar o restituir los primeros meses de este año y no lo hizo. No cumplió. Es preocupante el anuncio de que no se apoyará el fin de año para cumplir con el pago de salarios, aguinaldos y jubilaciones. La 4T le apuesta a que la Universidad retire el pago de las jubilaciones dinámicas a alrededor de 5 mil trabajadores en retiro. Las pensiones que reciben del IMSS son raquíticas, insuficientes para llevar un tren de vida decoroso en la etapa de la tercera edad.

El gasto de las jubilaciones dinámicas raya en los mil 700 millones de pesos anuales. La UAS ha decidido afrontar el reto. No dejar en la indefensión a los jubilados.

Como líder de la Universidad de la Esperanza, de la UAS, el rector Juan Eulogio Guerra Liera trabaja en un plan de reingeniería económica de gran calado que se distinga por su austeridad, transparencia y sana administración. Convoca a todos los universitarios, activos y jubilados, a mantener la unidad y a los estudiantes y maestros a crear un sentido de comunidad, con propósitos extraordinarios y a abrazar el fundamento de una cultura solidaria de respeto y humanismo que tenga como objetivo común mantener la unidad, la salud y la vida de los universitarios y de todos los sinaloenses.

La clave del rector Guerra Liera es hablarle con franqueza y honestidad a los universitarios y proporcionar las respuestas de emergencia manteniendo la interacción directores-académicos-estudiantes, reforzando la importancia del liderazgo –equipos rectorales, pero también directores de unidades académicas–, para no perder la visión y mejorar las oportunidades de fijar el rumbo en lugar de simplemente reaccionar ante los desafíos que se presentan en estos tiempos difíciles. La Universidad vive: es la esperanza, la opción de progreso de miles de jóvenes sinaloenses y sus familias…

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