¿Depuración en Cátedras Conacyt?

Un grupo de excatedráticos expone que les fueron rescindidos sus contratos de forma injustificada, puesto que no corresponde a una evaluación transparente del Consejo. Envían carta a Elena Álvarez-Buylla ante la inacción y soslayo de los directivos del programa

El sexenio pasado, se puso en marcha el programa Cátedras Conacyt, un mecanismo de contratación de jóvenes investigadores del más alto nivel en universidades, instituciones y centros de investigación. Los académicos no formarían parte de la nómina de éstos, sino del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).

Este programa fue el primero en décadas que abrió espacios de trabajo a jóvenes mexicanos graduados de doctorados y posdoctorados en el país y el extranjero, en un intento por contrarrestar la fuga de cerebros y dar una salida a los numerosos egresados que exceden las plazas disponibles en el sistema de investigación nacional, debido a la falta de un sistema de jubilación razonable para los académicos de mayor edad.

Después del cambio de gobierno, la directora de Conacyt, Elena Álvarez-Buylla, manifestó la inviabilidad de asignar los recursos que cubrían el presupuesto de las cátedras —“No hay una racionalidad al colgar más de mil 500 plazas a la nómina de Conacyt, que la engordan de forma tremenda”—, dijo a finales de 2018, enfatizando que el mecanismo financiero y administrativo para mantener las cátedras no era sustentable. Posteriormente, dijo que se revisaría el mecanismo junto con los catedráticos.

Una cosa en la que ésta y la anterior administración estaban de acuerdo, así como todo miembro del sistema de ciencia, tecnología e innovación era que se requerían más espacios laborales para jóvenes investigadores. Aunque el programa se mantiene con alrededor de más de mil 500 catedráticos, ahora se han dado de baja a los primeros.

“Desde que la directora de Conacyt llegó a este puesto ha manifestado públicamente su intención de recortar las cátedras”, comentan José Saúl Arias Cerón y Heréndira Téllez Nieto, catedráticos cuyos contratos serían rescindidos injustificadamente el 15 de octubre del 2019, señalan.

Aseguran, alarmados, que este caso se suma a otros 200 contratos que desde el 2018 ya se han rescindido sin que se conozcan los motivos de sus bajas.

En entrevista, Téllez Nieto —filóloga clásica que estaba adscrita a la Universidad de Sonora— dijo que este sistema de Conacyt se ha saltado la Ley federal del trabajo y que hasta la fecha siguen esperando una notificación oficial del despido.

“A todos nos dieron la decisión en esas fechas (entre septiembre y octubre) pero dijeron que nos iban a enviar la notificación oficial, que estamos esperando para proceder legalmente mediante una demanda por despido injustificado”.

DESCENTRALIZACIÓN

En cifras parece que el programa ha tenido mucho éxito. Desde el 2014 hasta el 2018 llegó a tener más de mil 200 catedráticos, de los cuales alrededor del 15 por ciento se encontraban en la Ciudad de México y el resto en otros estados de la república, principalmente aquellos con un desarrollo científico y académico modesto.

Téllez resaltó que una de las ventajas del programa “era” que estaba abierto a cualquier área. “Éramos mil 500 catedráticos hasta el año pasado, en diversas áreas: físico-matemáticas, biológicas, de la salud, humanidades, de todo.

“Este programa tenía la función de reunir un padrón de investigadores, mujeres menores de 43 años y hombres menores de 40. Uno de los puntos más importantes del proyecto fue descentralizar la ciencia, entonces nos enviaron a universidades remotas, muy lejanas del centro y con poca tradición en investigación científica”, añadió.

Sin embargo, a pesar de que actualmente el discurso gubernamental se pronuncie con ánimo de apoyar a los jóvenes, a las mujeres, y hacer equitativa la ciencia, Téllez subraya que en los hechos se está dejando sin trabajo a jóvenes y mujeres, “porque una cosa que nos interesa es resaltar que de los siete catedráticos despedidos (que firmaron una carta dirigida a autoridades de Conacyt) sólo dos son hombres”.

Agregó que, de acuerdo con el extitular de la dependencia, Enrique Cabrero, la institución creó un fideicomiso que garantizaba la vigencia del programa por lo menos hasta el 2024, porque la primera cátedra que se abrió, en 2014, duraba 10 años.

En teoría, el salario de los catedráticos, y otros asuntos referentes al programa, no deberían afectar de manera alguna los recursos anuales del Conacyt, sin embargo, ambos catedráticos destacan que la Dra. Álvarez-Buylla alega éste como un asunto primordial.

“Ella lo primero que mencionó es que somos unos colgados del presupuesto de Conacyt, con esas palabras. Después fue moderando un poco su discurso. Realmente desde ahí nos consideró unos colgados”, señaló Arias Cerón, quien se encontraba adscrito al Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav).

Por otra parte, la legislación de las Cátedras supone que los catedráticos son personal con nivel de funcionario público. “Este estatus no es de académico, pero nos están pasando toda la legislación laboral por encima”, lamentó Téllez.

En principio, al trabajar para Conacyt éste se responsabiliza de instalar a los catedráticos en instituciones donde puedan ejercer y colaborar en proyectos de su área. Se realiza un contrato, independiente, para colaborar, por lo general, durante un periodo de 5 o 10 años. No obstante, Téllez y Cerón señalan que también se está despidiendo a gente cuyo contrato de 5 años en una institución está por terminar, sin que lo haga el que mantienen con Conacyt.

En teoría, al estar contratados por Conacyt, éste debía acomodarlos en otro proyecto o asignarlos a otra institución, dijo Cerón. El programa Cátedras debía funcionar mínimo por 10 años, así que el término de un proyecto de 5 años no es motivo para ser rescindidos de Conacyt.

Sospechan que en enero habrá otro recorte fuerte de personal en el programa, lo cual es grave porque muchos ya superan la edad que había para las convocatorias de cátedras y becas.

“No tenemos ni jubilación, ni derecho a nada, y ésa no era la intención de las cátedras”, expresó la filóloga.

EL DESORDEN DE CONACYT

Otro problema que apuntaron es el no saber exactamente quién es su jefe. Coincidieron en que varios de los diversos directorios del Conacyt apuntan a un “David Mesa” como director de Cátedras, que cobra un salario como tal, pero funge como director de otra cosa públicamente.

A falta de director, los académicos responden a Diego Axel López Peláez, subdirector de Cátedras, o Carmen de la Peza, encargada de subdirección científica de Conacyt.

El despido injustificado comienza a partir de la evaluación periódica, relató José Saúl Cerón. “En este periodo a distintos catedráticos nos tocaba alguna evaluación”, señaló. Su límite para subir el informe a la plataforma fue a las 18 horas del 13 de septiembre.

Hubo un error con la plataforma que no permitía subir el dichoso informe, y al comunicarse con Conacyt, José Saúl Arias Cerón recibió la instrucción de que lo enviara al correo de Cátedras y que no había ningún problema. El 22 de septiembre se comunicaron con él. “Me habló el subdirector de cátedras Conacyt para decirme que tenía que hablar conmigo sobre el informe que no les había llegado.”

Cerón le explicó la situación, y se presentó en las oficinas de cátedras en la fecha acordada. “Me escoltaron con una secretaria hasta las oficinas. Cuando salí también me escoltaron y me parece que también iba subiendo otro catedrático, evitando que tuviéramos contacto, fue muy oscuro todo”.

En esta misteriosa reunión le informaron que el 1 de noviembre se llevaría a cabo la revisión por el comité directivo de Cátedras para resolver la situación y darles aviso en el transcurso de la semana a partir del 4 de noviembre.

“El 4 de noviembre estuve marcando y nunca me atendieron. El 5 fui a pararme a Conacyt y primero Diego no me quería atender”. Cerón dice que el subdirector de Cátedras, Diego Axel López Peláez, finalmente bajó y lo volvió a llevar con la encargada de asuntos jurídicos.

“Entonces me informaron que habían tomado la decisión de que era una resición de contrato, desde el 15 de octubre. Pero si apenas iban a resolver el caso el 1 de noviembre, ¿por qué del 15 de octubre? ¿Fue así la decisión del comité? Todo muy arbitrario, yo creo que esa reunión ni existió, la decisión ya la tenían tomada”.

Si bien Cerón tuvo apoyo por parte de la institución que lo alberga, Cinvestav — que solicita su permanencia en el proyecto—, y a pesar de que tanto el colegio de profesores al que pertenece, como el jefe del proyecto, y él mismo, mandaron una carta a Carmen de la Peza, no consiguieron obtener respuesta.

Un acuse de resición del contrato llegó a Juan Gabriel Jiménez Barroso, enlace institucional del Cinvestav, pero no era el documento original, y fue el único avisado.

“A mí el subdirector ni siquiera me recibió”, cuenta por su parte Heréndira. “Me mandó un mensaje y me dijo que tenía que presentarme en las oficinas. Llegué y la secretaria me llevó con el abogado. Él me dijo que ya estaba rescindida y no fue por evaluación ni nada, fue porque la institución solicitó mi baja, nada más. Pero Axel nunca me dio la cara.”

En su caso, el informe sí se subió a la plataforma y hasta recibió respuesta. “Lo mío fue un acoso laboral desde que sacamos el tuit de que decía “no somos colgados” e hicimos un pequeño movimiento. Y desde ahí me han estado acosando laboralmente hasta el despido, que en realidad no sé por qué razones fue.”

LA CARTA

A raíz de estos eventos, el viernes 20 diciembre 2019, siete de los catedráticos despedidos —Arias Cerón refiere que serían 10, de acuerdo con el subdirector, 4 del programa— que han logrado contactarse entre sí enviaron una carta a la directora de Conacyt; a la subdirectora de investigación, Carmen de la Peza; y a Diego Axel López. En ella, hicieron notar lo que implica el trabajo científico y los problemas que los académicos han enfrentado al estar en lugares remotos, sin infraestructura.

Heréndira Téllez dice que una de las especificaciones es que el problema no radica sólo en los despidos, sino que es un problema nacional: “No se hace ciencia en todo el país, y las pocas plazas que hay las quitan por cuestiones que ni siquiera conocemos realmente. Se han dejado a los alumnos sin profesores, se han dejado tesistas sin director de tesis. “Hablábamos de todos estos problemas, nuestros proyectos, lo que hacemos nosotros”. Solicitan la reinstalación de sus plazas y que se cumplan los derechos laborales: “Hoy los catedráticos enfrentamos una situación inestable, laboral, personal y familiar, acuciada por el vértigo de un despido que creemos puede tener una reconsideración de su parte” (Elena Álvarez-Buylla).

Conscientes de las implicaciones que tiene el ser forzados a dejar sus proyectos, varios de los despedidos han seguido asistiendo a sus funciones para no abandonar a sus alumnos.

“Estamos perdiendo parte de nuestro trabajo, que son casi cinco años trabajando en el proyecto. Ahorita mis estudiantes empezaron a publicar trabajo, que fue complicado pero yo creo este año salen las publicaciones”, manifestó Arias Cerón.

Detalló que su proyecto busca hacer células solares a base de 3 nitruros, materiales que pueden tener una mayor eficiencia que lo que se ofrece en el mercado, como lo es el silicio. “Rinde más, lo puedes hacer más pequeño, ocupar menos área y aprovechar esa energía. Además esos materiales son resistentes a altas energías, es decir que se pueden ocupar en el espacio”.

A su cargo, José Saúl Arias Cerón tiene cinco estudiantes de doctorado y un estudiante de maestría, que debe estarse graduando en enero o febrero y que él no podrá graduar por no tener adscripción alguna.

“Si no estuviéramos trabajando, no estaríamos pidiendo nada, simplemente nos retiramos y nos ponemos a hacer otra cosa”, insistió Cerón, “pero ahí están las cosas: ahí están los estudiantes, los artículos, las tesis, ahí está todo el trabajo de colaboración que nos obligaban a tener con otras instituciones. Ahí está el SNI, me lo acaban de renovar”.

Sumó que en total, desde el 2018 a la fecha, debe haber unos 200 despedidos, de los cuales no hay ningún informe en Conacyt sobre los motivos de sus bajas.

“Ni siquiera nos están dejando evaluarnos, que es lo que estamos pidiendo: que nos evalúen, que nos digan en qué estamos mal. No sabemos ni por qué nos despiden. Con lo que nos pueden despedir es por la evaluación, entonces que nos evalúen y punto”.

Para Heréndira Téllez, los recientes acontecimientos serían parte de una depuración de académicos de las cátedras. “Tenemos la impresión de que desde septiembre inicia todo este proceso de depurar catedráticos con la idea de recortar las Cátedras Conacyt. De los mil 588 catedráticos con los que cerró en 2018, ahora quedaban mil 300 en junio o julio; con este último recorte no sabemos cuántos son, pero al parecer ahí está esta intención de depurar el programa”.

Por: Eleane Herrera Montejano

LA CRONICA

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