El otro comienzo de clases

La plaza pública se llenó de notas y comentarios la semana pasada sobre el comienzo del ciclo escolar. Hasta donde recuerdo, ningún otro inicio de clases provocó tanta tinta en la prensa, informes en los medios y ahora palabras en las redes. No es para menos, este año es excepcional, la pandemia agrava los males que ya acarreábamos y genera nuevos.

No obstante, la vida sigue y hay que afrontarla. En nuestro campo, el covid-19 empujó para adelante la educación a distancia. Mañana empiezan las clases en mi casa abierta al tiempo. Será el segundo trimestre que trabajaremos en esta modalidad.

Quienes saben de ello argumentan que en la educación superior hay menos broncas para experimentar que en la educación básica. El factor más importante: madurez e impulso individual. Quienes estudian en universidades y tecnológicos son jóvenes adultos; si no todos, la mayoría conoce sus intereses, quieren ser profesionales, están motivados y aspiran a progresar en la vida y el mercado de trabajo.

Sin embargo, aun así, no es sencillo mudar de la enseñanza presencial a la remota, con todo y que la mayoría de alumnos y docentes operamos computadoras, tenemos acceso a la red y los jóvenes son nativos digitales. La relación alumno-maestro, maestro-alumno, aunque es menos demandante que en la escuela primaria, es necesaria para calibrar la enseñanza y suscitar aprendizaje. Pero si no se puede, hay que echar mano de lo existente y, de ser posible, innovar sobre la marcha.

También tenemos diferencias entre quienes bregamos en ciencias sociales y humanidades y los colegas de ciencias básicas, biológicas, ingeniería y diseño. Nosotros no necesitamos de laboratorios ni de prácticas con instrumentos. Empero, en los posgrados, tenemos complicaciones para hacer trabajo de campo; no es fácil, por ejemplo, observar comportamientos de niños en el salón de clases y las respuestas de los maestros.

Mañana lunes voy a reencontrarme con alumnos de maestría; daremos seguimiento al taller de asesoría de tesis que emprendimos el trimestre anterior (que, por causas de la huelga del año pasado, fue el de invierno, aunque lo practicamos en primavera). Éste es el último tramo de su programa; espero ver borradores pulcros de tesis o de lo que denominamos idónea comunicación de resultados (informes de investigación, artículos publicables en revistas con arbitraje, memorias y otros productos).

También volveré a tener contacto con los alumnos de doctorado que recibí en su primer trimestre. Trabajaremos en un seminario de teorías sociales, revisaremos autores clásicos y contemporáneos. Discutiremos conceptos de la educación, de su uso para la cohesión social al concepto de derecho humano fundamental; de su papel como reproductora de la sociedad a entenderla como la práctica de la libertad.

Cierto, no será lo mismo que disfrutar de sonrisas de alumnos y colegas, de charlas en los pasillos y bromas que nos hacemos de cuando en cuando.

CARLOS ORNELAS

EXCELSIOR

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