Las tijeras de la maestra Delfina

Unos sospechan que la medida es para destituir a los pocos funcionarios que quedan del gobierno de Peña Nieto y a terceros que tienen lustros porque pertenecen al Servicio Profesional de Carrera de la SEP. Otros conjeturan que no sólo a los antiguos, sino también a varios que designó Esteban Moctezuma.

El encabezado de la nota es elocuente: “SEP afila tijeras; será a la brevedad, anuncia”, Excélsior (12/III/2021). El reportaje da cuenta de la misiva que la secretaria de Educación Pública, Delfina Gómez Álvarez, envió la noche del 10 a subsecretarios, directores generales, titulares de órganos y entidades paraestatales de la institución.

Tuvo la delicadeza de desear salud y bienestar para los seres queridos y colaboradores de los altos funcionarios, pero la orden, no sugerencia, fue tajante: “Dentro del complicado contexto por el que estamos pasando en esta pandemia, les pido reconsideren el número de personal a su cargo, solicitando atentamente me presenten en los próximos días su propuesta de reducción de personal”.

Discurseó sobre las ventajas de la austeridad republicana que impulsa el presidente López Obrador y planteó la posibilidad de un milagro: respetar los derechos laborales (de quienes serán cesados, me imagino) y cuidar los puestos más bajos del organigrama, mientras se hace una reestructuración que despide gente.

Unos sospechan que la medida es para destituir a los pocos funcionarios que quedan del gobierno de Peña Nieto y a terceros que tienen lustros porque pertenecen al Servicio Profesional de Carrera de la SEP. Otros conjeturan que no sólo a los antiguos, sino también a varios que designó Esteban Moctezuma.

Mi amigo, El Maestro, es más radical. Piensa que la reestructuración y el uso de tijeras es una alegoría para luego empotrar en la estructura del funcionariado a sus leales y a otros fieles de la Cuarta Transformación.

A mi amigo le encantó que la maestra Delfina se inspire en Benito Juárez. “No hay nada —me dijo— como saber que lo van a despedir para asegurarse que ‘no puedan improvisar fortunas ni entregarse al ocio y a la disipación, sino consagrarse asiduamente al trabajo’. El problema es que ya no tendrán empleo. No se dedicarán a la holganza sino a tratar de conseguir el pan para la familia; se encomendarán a san Benito Juárez”.

Por supuesto que la noticia cayó como bomba en el sector educativo, no sólo en el interior de la SEP y organismos desconcentrados. Piensan que es el primero de varios recortes que vendrán a lo largo del año y tal vez por lo que resta del sexenio.

Los mensajes de incredulidad, por una parte, y de solidaridad, por la otra, inundaron las redes sociales y los corrillos —ahora en la red— con comentarios ácidos. La oposición criticó la medida, pero nadie de los fieles de la Cuarta Transformación defendió el punto; al menos no con estridencia.

Tal propuesta ratifica mi convicción de que al presidente López Obrador no le interesa la educación nacional. Su mente siempre está en las elecciones y en la forma de mantenerse en el mando y, de ser posible, establecer un nuevo Maximato. Su vocación de poder es inmensa. No sólo trata de renacer la presidencia imperial; intentará trascenderla.

No utiliza los fondos públicos para promover el desarrollo ni proteger el empleo, la salud o el bienestar de la gente. Los usa para su promoción personal vía dádivas que le afiancen su popularidad, crear clientelas y para desprestigiar a quien no esté de acuerdo con él.

La carta de la austeridad fortalece la conjetura de que la maestra Delfina no llegó a la SEP para dirigir, arribó para obedecer. Acaso el subconsciente o la lectura sin cuidado la entramparon. En la larga cita del mensaje del benemérito sobresale una frase que, más que retratar a los que despedirá de la SEP, perfila el hacer del presidente López Obrador: “[los funcionarios públicos] no pueden gobernar a impulsos de una voluntad caprichosa”.

El Presidente decidió no más fondos para educación; hay que fortalecer a Pemex, la CFE y culminar las obras emblemáticas —verdaderos elefantes blancos—, como Dos Bocas y el Tren Maya. Caprichos a los que contribuye la maestra Delfina.

Sin embargo, aunque quizá la regañen, hay que reconocerle intrepidez. No se espanta, utiliza las tijeras antes de las elecciones.

CARLOS ORNELAS

EXCELSIOR

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