Tres iniciativas, con lo mismo, para desestabilizar y hacer negocios con la UAS

Las tres iniciativas individuales, “de ley”, usadas por los jubilados para intentar regresar al pasado a la Universidad Autónoma de Sinaloa, encajan en modelos caducos, en legislaciones que ya fueron tiradas al cesto de la basura de todos los campus universitarios del país por no funcionar y no coadyuvar al desarrollo académico.

Son iniciativas que gestionan la desestabilización; de aprobarse cualquiera de ellas, generaría el caos en el alma mater y prohijaría los trinquetes a costillas de la comunidad universitaria y de la propia institución educativa.

Quienes promueven las iniciativas de manera particular, individual, sin el respaldo de la comunidad universitaria, convergen en la Asociación de Jubilados que mantiene un jugoso negocio con la caja de ahorro y préstamo, otorgando créditos a los empleados en activo y jubilados con intereses por encima de los bancarias, transacciones que no cuentan con el respaldo de las autoridades Universitarias.

A los desestabilizadores los une el cordón umbilical de la conflictividad abierta y la tendencia a un centro, a una “representación” única, la de ellos, negando los espacios a que tienen derecho exclusivo los universitarios en activo para decidir el destino del alma mater sin la presión una minoría de jubilados, quienes en su época abrevaron de los beneficios de una institución sumida en la anarquía.

La primera iniciativa fue presentada por Guillermo Ibarra Escobar, su esposa Ana Luz Ruelas Mojardín, su sobrino Jorge Rubén Ibarra Martínez y el ex universitario Juan Antonio Lara Medina. Ibarra, quien encuentra su soporte en el “cártel de jubilados”, un grupúsculo que no sobrepasa las 37 personas, intentó en varias ocasiones ser rector de la UAS por el viejo y nuevo método de elección. Siempre fracasó.

Carga con el estigma de haber sido director de la Facultad de Estudios Internacionales por haber intentado crear ahí un cacicazgo al pretender heredar el cargo a su esposa Ana Luz Ruelas.

Ibarra Escobar fue exhibido emborrachando estudiantes, agitándolos, para crear conflictos en las reuniones del Consejo Universitario. El abogado y periodista Ricardo Espinosa de los Monteros lo acusó de robos de tesis para la elaboración de libros de su autoría.

En el análisis de la iniciativa “de ley” de Ibarra Escobar se concreta la idea de imponer un «gobierno» de viejos –gerontocracia-, insultando la inteligencia y la capacidad de los miembros del Consejo Universitario, máximo órgano deliberativo y decisión de la Universidad.

Ibarra Escobar propone:

1.- La revocación del nombramiento de Rector a la mitad de su periodo en función de la evaluación de su desempeño. ¿Que ocasionaría esto?

a).- El nacimiento de grupúsculos que se moverían para desestabilizar en lo administrativo y académico a la universidad para crear la percepción de un bajo desempeño del rector y promover su caída.

b).- Alentaría la incursión de grupos externos al interior del campus para mover a los alumnos en la contralínea de los programas educativos y académicos para bajar el nivel de la Universidad e impactar desfavorablemente en el rector y provocar su “revocación”.

c).- Metería en la dinámica a la UAS de los anticipados pleitos internos, generando desestabilización.

  • En la UAS el rector está siempre bajo permanente evaluación de su desempeño, no es un agente libre, está sujeto a la normatividad de la Ley Orgánica de la Universidad.

2.- En la elección a mano alzada del rector, requerimiento de una segunda vuelta en caso de que quien habiendo obtenido el primer lugar de la votación no logre contabilizar el 50% + 1 del padrón de los votantes (en ella participarían sólo el primero y segundo lugar).

¿Qué ocasionaría esto?

a).- Regresar a las elecciones del pasado. De voto por voto, en tierra. Todo el ciclo lectivo sería para atender no los programas de desarrollo educativo, sino para organizar y celebrar elecciones en cada una de las preparatorias, escuelas y facultades.

b).- Retornar al viejo esquema de las elecciones donde proliferaban las borracheras, las carnes asadas y el cambio de votos por calificaciones. La segunda vuelta generaría desestabilización por partida doble.

3.- Otorgar atribuciones al Consejo Consultivo y de Vinculación Social para que realice estudios rigurosos de seguimiento de egresados y su impacto en el mercado laboral a la vez que establezcan lazos con los sectores sociales, productivos y de servicio, incluido el gubernamental en la orientación de construir un sistema de innovación entre universidad-empresa-gobiernos.

a).- La UAS ya cuenta con el Consejo de Vinculación que realiza este trabajo y que dada su experiencia no únicamente innova sino que ha logrado construir lazos importantes de intercambio con los sectores productivos y sociales y con universidades de diferentes países del mundo.

4.- Ampliar las facultades de la Consultoría Social Universitaria (o la instancia que corresponda) para que sea un auténtico Fiscal que audite los recursos financieros de la institución.

a).- Ya opera un órgano de esta naturaleza. La UAS además rinde cuentas a la SHyCP y a la SEP y a la Auditoría Superior de la Federación y a la Auditoría Superior del Estado, incluso hay auditorías en curso en el marco de los convenios de transparencia y rendición de cuentas entre la UAS y el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

5.- Crear un órgano evaluador de todas las dependencias administrativas y académicas universitarias, incluido el desempeño de los funcionarios desde el rector hasta los directores de las unidades académicas.

a).- Ya existen estos órganos evaluadores, lo cual le permite a la UAS acreditar y certificar todas sus dependencias académicas y administrativas y todas sus unidades académicas. El rector en apego a la Ley Orgánica de la Universidad rinde sus informes periódicos los cuales son revisados por órganos colegiados competentes.

Entre las “puntadas” de Ibarra Escobar esta la no reelección del rector, ya aprobada por el Consejo Universitario. En la UNAM y otras universidades, la reelección es permitida, legal. El sistema ha servido para apuntalar programas de desarrollo académico a mediano y largo plazo.

La segunda de las iniciativas es una propuesta de Marco Antonio Medrano Palazuelos, un ex universitario pegado al “cártel de los jubilados”. Medrano fue secretario del Trabajo del Suntuas-administrativo, el cual convirtió en una herramienta para el lucro personal. Traficó con horas-plazas y montó un tianguis en el sindicato, vendiendo uniformes, zapatos y toda clase de souvenir universitarios.

Medrano concentra los “esfuerzos” de su iniciativa en la participación de los alumnos en las elecciones de directores y el rector, el viejo método uaseño, aquel en el que los estudiantes se llevaban de elección en elección, fuera de las aulas, en el que los adultos -académicos o administrativos- usaban a la muchachada para grillar y “tumbar” autoridades universitarias.

También incluye, al igual que Ibarra Escobar, la revocación del mandato del rector previa consulta a la comunidad universitaria a la mitad del periodo y la no relección.

La tercera iniciativa es de Francisco Morales Cepeda. También promueve una “reforma” de manera individual, sin el consenso ni el respaldo de la comunidad universitaria.

Quienes alientan con sus iniciativas el regreso a la vieja UAS, perviven, se amalgaman, viven en simbiosis con el “cártel de jubilados”, que a la vieja usanza uaseña difunde varios nombres de organizaciones para aparentar que son muchos, cuando en realidad sus integrantes son los mismos.

La organización que les da “fuerza”, según ellos, es la Asociación de Jubilados, una especie de empresa dedicada a prestar dinero y que ha intentado usar el andamiaje contable-administrativo de la Universidad para impulsar su negocio.

Pero ¿Por qué los jubilados se aferran a su intentona de regresar a la UAS al pasado? La respuesta es simple. Para ellos la UAS significa más ingresos económicos, negocios.

No toleran que una corriente de universitarios con visión, comprometida con las familias de Sinaloa, enfrentó el reto de encauzar grandes cambios en la UAS, liquidando las estructuras jerárquicas precedentes, obsoletas, que impedían el crecimiento académico y dar el salto para llegar a convertir la institución en una universidad del conocimiento, de avanzada.

Esa liquidación convirtió el desfase generacional en algo muy serio y profundo en el alma mater. Ese grupúsculo de jubilados, no más de 37, no quiere darse cuenta de que su tiempo ya pasó, y permanece aferrado al pasado, a una especie de privilegio de datos personales que ya no tiene razón de ser.

El conflicto de estos jubilados con los universitarios en activo, con los más jóvenes, obedece a que los más viejos, no soportan a los opuestos, a la nueva generación que llega con más información y sabiduría y se niegan a admitir el papel nocivo que jugaron en la vieja Universidad, que los colocó en el bando de los derrotados, de frente a una nueva consciencia y actitud universitaria, que exige mayor conocimiento, más academia, y menos grillas.

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