Echar al PRI de las Universidades

Cuando menos en cuatro Universidades Públicas, de igual número de estados del país, de manera individual, sin el consenso de sus comunidades -académica, administrativa y estudiantil- ciudadanos proclives a la “grilla”, ingresaron a los Congresos Estatales sendas iniciativas con las que pretenden vulnerar la autonomía de las instituciones y regresar a los caducos procesos de elección con el “acarreo” de alumnos.

Es infantil pensar que esas iniciativas ciudadanas son aisladas, producto de la ocurrencia de las clásicas y antiguas “corrientes” universitarias, encajonadas en el egocentrismo y el yoyismo.

En busca de pistas para localizar la raíz de las iniciativas individuales con las cuales se busca generar desestabilización en las Universidades de BCS, EDOMEX, Hidalgo y Sinaloa, localizamos dos artículos importantes de Eleocadio Martínez Silva, sociólogo con doctorado en Sociología del Trabajo por el Colegio de México, coordinador del Colegio de Sociología de la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL.

En el artículo “AMLO y la búsqueda de la legitimidad perdida de la Universidad”, escrito un mes antes de las elecciones presidenciales, Eleocadio Martínez, revela:

“El cambio político que está por presentarse en el país seguramente será una coyuntura única para cuestionar las bases neoliberales con las que se asaltó a la Universidad en los últimos treinta años. Desde los estudiantes empecemos abriéndoles las puertas Universitarias eliminado el examen de ingreso y derogando el actual sistema de cuotas estudiantiles. Desde los profesores cancelemos el actual sistema de estímulos económicos que ha configurado el pensamiento individualista del profesorado en detrimento de un proyecto académico colectivo.

En la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) los actores universitarios, profesores, estudiantes y trabajadores, están destruidos. Predomina el pensamiento de derecha marcado por un exacerbado individualismo….”

En su artículo del mes de enero del 2019, “La ‘4T’ y la universidad”, Eleocadio Martínez Silva, sostiene:

“El golpe de optimismo del primero de julio de 2018 podrá ser la llave para lograr un cambio de rumbo económico y político del país, para establecer una nueva relación entre Estado, sociedad y mercados, para modificar las estrategias de gobierno y las políticas públicas. Sin embargo, no será fácil. Mucho se tendrá que hacer para evitar que este éxito electoral se convierta en el regreso del PRI y, por el contrario, se abra una etapa de empoderamiento de los mexicanos de abajo, para enfrentar con nuevas estrategias sus problemas.

En las universidades públicas la tarea es monumental. También se trata de sacar al PRI. Destruir el verticalismo antidemocrático en la toma de decisiones universitarias: como es la elección del rector y directores de preparatorias y facultades. Decisión que es tomada por grupos cerrados a espaldas de los maestros, alumnos y trabajadores.

Sacar el PRI de la universidad es desmantelar el poder brutal de los directores, que permite despedir de forma impune profesores y trabajadores no docentes que les son incómodos y mantienen un clima de acoso laboral a maestros en la mayoría de las preparatorias y facultades. Un poder de directores que determina el futuro de los profesores: en la promoción en el escalafón universitario, en el acceso a los estímulos económicos y asistencia a congresos, hasta en la permanencia en las dependencias.

La estructura antidemocrática universitaria es un gran obstáculo que habrá que desmontar para sacar al PRI de la universidad. Misión bastante difícil dada la extrema fragmentación de los maestros: los de ´abajo´ en una permanente fuga de las escuelas en busca de ingresos que les permitan la sobrevivencia. Ante la inexistencia de un espacio público universitario para generar una reflexión que permita sacar al PRI de la universidad, el aula de clases puede ser el espacio en el que profesores y estudiantes reflexionen sobre la función de la universidad en la sociedad: en donde se cuestione su actual función de formadora de cuadros para la empresa transnacional…”

No es el caso de la UAS, tampoco de BCS, EDOMEX y de Hidalgo; tal vez lo sea de la Universidad Autónoma Nuevo León. Habría que analizar la Universidad Autónoma de Occidente, la Universidad Autónoma Indígena de México o de Sinaloa (también llamada “Intercultural”) y la Universidad Pedagógica de Sinaloa y otras casas de estudios superiores del país.

Curiosamente – o perversamente-, las iniciativas individuales encausadas para intentar reformar la Ley Orgánica de la UAS y regresar al pasado del caos al alma mater, pasando por encima del Consejo Universitario, no son alimentadas por la izquierda pura, mucho menos por personajes químicamente leales al presidente Andrés Manuel López Obrador.

Bregan en las iniciativas individuales, jubilados que en su vida laboral nada aportaron a la universidad y que ahora, desde afuera del alma mater, quieren pisotear los derechos de los universitarios en activo; trajinan también en esa ruta, aventureros que han hincado su rodilla ante el PRI y el PAN o que siempre se han puesto al servicio de todo aquel que tenga planes o intereses de atacar o socavar la autonomía de la Universidad.

En el UAIM -o UAIS- la agitación se ve y se siente en las comunidades indígenas, usadas para atentar contra la estabilidad de esa casa de estudios. En la UAO la andanada -como se dice- “para sacar al PRI” de esa universidad, se gesta entre los trabajadores académicos y administrativos, sectores en los que se fomenta el encono y el divisionismo sindical. En la UPS los alumnos gritan ya “más grilla que academia”, orientados hacia el “rescate” faccioso de esa institución.

No hay duda de que hay un interés más marcado por convulsionar a la Universidad Autónoma de Sinaloa, pero en las acciones se exhiben la horda de tránsfugas del pleistoceno, especialistas en dañar reputaciones, no en construir nuevos modelos de universidades públicas. En la intentona va implícito un plan de destrucción para dar paso a la gerontocracia, a quienes ya se fueron y visten, en la senilidad, falsos ropajes de la Cuarta Transformación.

Habrá que esperar que señales manda el presidente Andrés Manuel López Obrador que se comprometió a respetar la autonomía de las universidades del país; hará que ver que traer el posible Plan Especial para Educación Superior, que por lo que se ha dicho, buscará impulsar una educación que privilegie el impacto social y coadyuve a modificar las realidades de las regiones del país.

El plan de Obrador, es verdad, es que Universidades emprendan procesos para lograr una educación comprometida con el desarrollo humano de sus territorios, el cual difícilmente se podrá lograr si hay quienes se empecinan en alentar y financiar movimientos “golpistas” en las instituciones de enseñanza superior.

RADIO UAS

Por Tierra

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