¡14 años de impunidad! y tienen voz en el Congreso

La impunidad se encarna y mimetiza en la figura del diputado local Pedro Villegas Lobo, “defensor de oficio” del “cártel jubilados” y de la “fuerza oscura”, grupo criminal y perverso que, en el año 2005, hace poco más de 14 años, asesinó al director jurídico de la Universidad Autónoma de Sinaloa, Enrique Ávila Castro, en un fallido y canallesco intento por frenar la modernización y el crecimiento de la institución.

Que se entienda bien: en junio del 2005 arrancó el verdadero rescate de la UAS. Una nueva generación de universitarios emprendió la tarea de y sacar a la máxima casa de estudios de la anarquía y la anti-academia, de los paros y huelgas locas y escalonadas. Escuelas enteras –desde prepas a facultades-, funcionaban, en cada proceso interno de elecciones, como si fueran gigantescas cantinas. En la época de elegir al Rector, la UAS se paralizaba. Todo rayaba en la pachanga, en el vino, la cerveza, las carnes asadas y la música de tambora.  

Había llegado el momento de rescatarla del desprestigio y el dispendio en la que la mantenían los grupúsculos mafiosos. Quien asumió la Rectoría con una visión de cambio estructural y académico, fue Héctor Melesio Cuén Ojeda. Él y su gabinete universitario delinearon el proyecto de una nueva universidad. De la universidad del futuro.

Enrique Ávila Castro, el director jurídico de la UAS, emprendió de inmediato una investigación a fondo: descubrió transas en la asignación de plazas, saqueo de recursos, trinquetes en los préstamos a trabajadores, negocios turbios con los “despidos injustificados” de los trabajadores, cocinados entre autoridades de la Junta de Conciliación y Arbitraje coludidos con despachos jurídicos, etcétera. La Universidad era un verdadero caos.

De repente, un grupo “anónimo” de universitarios lo secuestró. Lo sacó del campus el 22 de junio del 2005. Otro día su cadáver fue encontrado abajo del puente Piaxtla, entre las rocas, en el municipio de San Ignacio. Hasta allá lo trasladaron para matarlo.

Fueron ellos, uno de los grupúsculos que ordeñaba a su antojo el presupuesto universitario el autor del homicidio. En su edición digital, el 24 de junio del 2005, el periódico nacional La Jornada lo consignó así: “Acusan a ‘grupo interno’ de la UAS de asesinar al director jurídico, Enrique Ávila”. Pese al crimen, el rescate de la UAS no se paró. Siguió adelante. El proceso de modernización aún no termina. Lleva apenas poco más de 14 años. Las autoridades que sucedieron a Héctor Melesio Cuén Ojeda han continuado con la proyección y el fomento del crecimiento universitario, en todas las áreas del saber académico y científico, en el deporte, la cultura y el fomento a los valores.

Víctor Antonio Corrales Burgueño imprimió su sello personal a su gestión como Rector: trabajo y más trabajo, academia y más academia. Evaluación y certificación de preparatorias, escuelas y Facultades y de todas las áreas directivas, tanto académicas como administrativas. Dejó huella. Le respondió a los universitarios y a Sinaloa.

Juan Eulogio Guerra, actual Rector, elevó al grado de excelencia a la UAS, internacionalizándola, continuando con los procesos de modernización académica y de reingeniería administrativa, ajustándola a las nuevas normativas que dicta el gobierno de la Cuarta Transformación. La presencia de la Universidad sinaloense alcanza niveles de jamás imaginados. El alma mater es orgullo de los sinaloenses por tener egresados de alta calidad. Orgullo por su estabilidad y por su excelencia académica, por su alto nivel de competitividad y por ser una de las mejores del país.

Pero para quienes tenían secuestrada a la UAS, aquellos que abrevaban del viejo modelo de la Universidad Fallida, el rescate y la modernización de la institución es, para ellos, una desgracia. En su desvaríos y perversidades, el culpable de sus desdichas es Héctor Melesio Cuén Ojeda y al él lo acusan de todo. Le inventan entuertos y le fabrican denuncias. Cuén paga así, con infamias e insultos, su osadía por haber encabezado, en una primera instancia, el rescate de la Universidad. No hay calificativo que no le hayan endilgado.

Así, Cuén Ojeda cumple poco más de 14 años como blanco de los ataques por parte de quienes antes de su llegada a la Rectoría, en el 2005, tenían secuestrada y al borde del colapso académico y administrativo a la UAS. 14 años hace que en un intento por frenar el gran proyecto universitario asesinaron al director jurídico, Enrique Ávila Castro, apenas 14 o 15 días después de haber asumido el cargo. Jamás se han detenido ante nada.   

Sin embargo, la actividad en la UAS no para; sí incomodan o distraen, pero los universitarios bien habidos, los que si quieren a su institución siguen trabajando, y hoy por hoy, casi al cierre del 2019, el alma mater es una de las más sobresalientes del país y se da el lujo de mantener rigurosos y aceptables estándares o índices de competencia a la par con las universidades más modernas y avanzadas del país y del mundo.

Hace 14 años los enemigos de la Universidad paradójicamente eran trabajadores en activo, académicos y administrativos. La mayoría de ellos ya se fueron de la UAS, se jubilaron al cumplir su edad laboral de retiro o bien pidieron su renuncia porque no les gustaba trabajar ya que su “calidad” de grillos uaseños les permitía ostentar cargos que no desempeñaban o gozar del privilegio de ausentarse del aula o de otros centros de trabajo, sin ningún descuento en el pago de sus quincenas.

Quienes se fueron gozando salarios como si trabajaran, con los ingresos de la Jubilación Dinámica Universitaria y la pensión del IMSS, unos se reagruparon, en el “anonimato” visible, transparente, en un grupúsculo llamado “fuerza oscura”, que aglutina a los asesinos del director jurídico de la UAS, Enrique Ávila, y otros integraron, quizá con algún integrante de la banda de matones, el “cártel de jubilados”. En simbiosis, ya convertidos en externos, en ex-trabajadores, conspiran contra la Universidad que aún les proporciona ingresos. Son “foráneos”, pero quieren volver a secuestrar al alma mater desde las calles o los cafés.

Han transado y se les han arrodillado a ex gobernadores y al gobernador en funciones. Le han rogado a diputados federales y locales y hasta Senadores para que los respalden. Con el disfraz de izquierdistas se han aliado con políticos del PAN, PRI y MoReNa para que les ayuden a volver a secuestrar a la UAS, pero nadie quiere cargar sobre sus hombros con el estigma de haber contribuido a la destrucción de la Universidad; nadie quiere que la sociedad sinaloense lo culpe de haber entregado la institución a una bola de «grillos» dispuestos a todo con tal cumplir su sueño de volver a edificar la Universidad Fallida sobre los escombros de la Universidad Modelo.

Como nadie les hace caso –salvo uno o dos en el Congreso Local-, desde el exterior, sin el aval ni consenso de la comunidad pensante de la máxima casa de estudios, sin el consentimiento del Consejo Universitario, sí, desde el exterior, violentando la autonomía de la institución, han elaborado iniciativas de ley, que, según ellos, una vez aprobadas por la LXIII Legislatura, les permitirá recobrar los privilegios de los cuales gozaban hace 14, 20 o 25 años. En la etapa geriátrica, le apuestan al retorno o a que sus nietos y bisnietos gocen de los privilegios del caos al que estaban acostumbrados. Perdieron la perspectiva del tiempo.

En el Congreso Local, el diputado Pedro Villegas Lobo se ha convertido en “defensor de oficio” del “cártel jubilados” y de la “fuerza oscura”, mutándose de facto, en un potencial criminal de la autonomía universitaria, en un homicida de los derechos que sólo conciernen a los trabajadores en activo, a los miembros del Consejo Universitario, al que se les quiere atropellar con las iniciativas de ley “del desorden” que fueron confeccionadas para regresar a la UAS a la época de las cavernas, a los tiempos del caos, de la toma de escuelas, manifestaciones, paros, huelgas, pachangas, agresiones verbales y físicas contra maestros y autoridades.

A 14 años del asesinato de Enrique Ávila, los asesinos “anónimos”, los de la “fuerza oscura” y el “cártel de jubilados” ya tienen su títere en el Congreso. Alguien que habla su mismo lenguaje….

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