Autonomía universitaria

El Honorable Consejo Universitario, en sesión celebrada el 10 de noviembre de 2018, aprobó el calendario general de actividades 2019-2020 de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), que estableció el 3 de octubre como el Día de la Autonomía Universitaria.

Esta fecha es propicia para la reflexión de la historia, el concepto y los alcances de la autonomía universitaria, derecho fundamental consagrado en la séptima fracción del artículo tercero de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, vigente desde el 10 de junio de 1980, así como en la actual Ley Orgánica (2016) de la UAEH, que rige los destinos de la máxima casa de estudios de la entidad.

Movimientos estudiantiles

En la UAEH, a través de sus publicaciones, distintos autores han abordado el tema de la autonomía universitaria. Citan como referencias el estallido de una rebelión estudiantil en la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina, el 15 de junio de 1918, que impidió la elección del rector y el nacimiento de una reforma universitaria para democratizar la institución. El movimiento fue encabezado por la Federación Universitaria y se extendió hasta octubre de ese año.

También se recuerda el movimiento estudiantil nacional que se convirtió en uno de los sucesos más registrados en la historia de México del siglo XX, el cual inició el 13 de agosto de 1968 con la conformación del Consejo Nacional de Huelga (CNH), integrado por estudiantes y profesores representantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); el Instituto Politécnico Nacional (IPN); la Escuela Normal, el Colegio de México; la Escuela de Agricultura de Chapingo; la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”; el Conservatorio Nacional de Música; la Escuela de Periodismo “Carlos Septién”, las universidades Iberoamericana, La Salle y la Veracruzana, instituciones que dieron a conocer un pliego petitorio dirigido al Ejecutivo federal.

Ese suceso es significativo por marcar la confrontación ideológica de los jóvenes de diversas instituciones educativas ante el poder gubernamental. Las demandas fueron secundadas por muchos intelectuales y por amplios sectores de la sociedad, así como por universidades públicas autónomas estatales, incluyendo la UAEH. Ese movimiento estudiantil nacional culminó el 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas de la Ciudad de México, donde un número desconocido de estudiantes y profesores perdió la vida a mano de las fuerzas federales. Ese movimiento estudiantil revindicaba la lucha por la manifestación de las ideas, la pluralidad del pensamiento, la libertad académica y de organización en las instituciones.

La autonomía universitaria en México

Para abordar la literatura de la autonomía en las universidades es necesario documentar datos como aquel 15 de octubre de 1917, cuando el gobernador de Michoacán Pascual Ortiz Rubio decretó la creación de la universidad y le concedió la autonomía. Surge la Universidad de San Nicolás de Hidalgo, que sería la primera en México con autonomía.

En 1923, la entidad potosina otorgaría el carácter autónomo a la universidad estatal y el 10 de julio de 1929 el entonces presidente de la República Emilio Portes Gil le concedió la autonomía a la Universidad Nacional de México. Esos referentes se fueron cultivando en el interior de los institutos literarios del país y para alcanzar la autonomía en las instituciones educativas de México ocurrirían movimientos internos en los que los estudiantes fueron los grandes protagonistas.

150 años de vida institucional

Este año, la máxima casa de estudios de la entidad celebra 150 años de vida institucional y dedicará un día de su calendario de actividades a la autonomía universitaria. Para abordar el tema citaremos algunos antecedentes significativos previos a la autonomía de la UAEH.

Entre los primeros datos que se tienen está el 16 de enero de 1869, con el decreto expedido por el otrora presidente Benito Juárez, que contiene la erección del estado de Hidalgo; otro hecho es el 3 de marzo del mismo año, con la creación del Instituto Literario y Escuela de Artes y Oficios del Estado de Hidalgo (ILEAO); luego vendrían procesos históricos de leyes y vocación académica, y esa institución dejaría de atender la Escuela de Artes y Oficios para convertirse en 1890 en el Instituto Científico y Literario (ICL). Bajo la centralización y tutela de los gobernadores en turno, la institución llegó a la cuarta década del siglo de XX; en el interior de la institución se cultivaba el deseo de obtener una autonomía educativa que contribuyera al desarrollo de las ciencias.

Otorgamiento de la autonomía al ICL

Los primeros días de marzo de 1948, el médico Ricardo García Isunza, director del ICL, en el Salón de Actos del añoso edificio de Abasolo, solicitó al entonces gobernador de Hidalgo, el licenciado Vicente Aguirre del Castillo, la autonomía para el instituto, pues la institución estaba preparada para ejercerla, tal y como la practicaba la UNAM, a la que se le había concedido 19 años atrás (1929).

La respuesta a la solicitud de los institutenses se dio el primero de abril de 1948, cuando el gobernador expedía el decreto uno de la 39 Legislatura del Congreso de Hidalgo, que contenía la ley que creó la autonomía en el ICL, reconociendo a ese plantel como una corporación pública descentralizada del estado, con plena capacidad jurídica, que tiene como fin impartir la educación superior. En consecuencia, a partir de esa fecha la institución se denominó Instituto Científico y Literario Autónomo (ICLA). Su ley orgánica fue aprobada por el Congreso estatal y se expidió el 13 de julio de 1950. En esa época, la autonomía se entendió como la forma de administrar carreras y sus programas de estudio, bajo la normativa de una junta de gobierno interna.

En 1960, durante la administración del licenciado Adolfo López Mateos, presidente de México, se impulsaron la educación superior y la creación de nuevas universidades en varios estados. Por su parte, el doctor Jaime Torres Bodet, otrora secretario de Educación Pública, en el discurso inaugural de las actividades de la UAEH el 3 de marzo de 1961, citó: “No ignoro la colaboración deparada por el antiguo Instituto Científico Literario Autónomo a la ANUIES. Ahora bien, en el estudio que dicho organismo puso en mis manos el 14 de noviembre de 1960, leo estas frases reveladoras: ‘la planeación regional, fundamento de la planeación nacional, debe buscar el equilibrio de la formación de profesionistas y subprofesionistas, en atención a la demanda que de estos servicios tiene el país y a las proyecciones del mercado de trabajo profesional dentro del programa de construcción nacional’”.

Sin duda, esa petición de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) puede establecerse como el inicio de los trabajos para la creación de la actual UAEH.

En 1960, Hidalgo requería de nuevos profesionistas que se incorporaran a tareas públicas del sector privado, las fábricas de Ciudad Sahagún, los sistemas de seguridad social como el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), que abriría plazas para médicos y enfermeras. El aumento de población demandaba todo tipo de servicios; sin duda, esos fueron algunos argumentos que abonaron en el gobierno de Hidalgo, a través de los diputados y el titular del Ejecutivo, en carácter de interino, el mayor Oswaldo Cravioto Cisneros, la necesidad de crear una universidad.

Nacimiento de la UAEH y su autonomía

El 3 de marzo de 1961 se publicó en el Periódico Oficial del Gobierno del Estado de Hidalgo el decreto 23 que contiene la Ley Orgánica de la UAEH, por la que el ICLA se transformó y erigió en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.

Esa ley faculta a la UAEH como un organismo público descentralizado, dotado de plena capacidad y personalidad jurídica, y autónomo en sus aspectos económicos, técnicos y administrativos, además de establecer como fines difundir la cultura, impartir la educación media, subprofesional y profesional, organizar e impulsar la investigación científica y expedir certificados, grados y títulos académicos, sin intromisión de ninguna autoridad del estado.

La primera Ley Orgánica de la UAEH de 1961 contenía 33 artículos y tuvo vigencia 16 años; sin embargo, la universidad requería de una nueva normativa que le permitiera democratizar las decisiones y fortalecer la paridad de consejeros en el Honorable Consejo Universitario.

En la administración del rector Carlos Herrera Ordóñez, la Federación de Estudiantes Universitarios de Hidalgo inició gestiones ante el licenciado Jorge Rojo Lugo, gobernador del estado, para reformar la primera ley orgánica, sin trastocar un ápice la autonomía universitaria.

El 19 de marzo de 1977, la 49 Legislatura del Congreso del estado abrogó la ley orgánica de 1961 y aprobó la nueva Ley Orgánica de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, que sería publicada por el gobernador interino del estado, el licenciado José Luis Suárez Molina, y entraría en vigor el primero de mayo del mismo año. La segunda ley permitió a los universitarios iniciar el ejercicio de una autonomía responsable; por ello, en 1982 se eligió sin injerencia externa al nuevo rector de la UAEH.

La autonomía académica permite la planeación para crear un modelo de desarrollo institucional; se establecen planes a corto, mediano y largo plazo; se definen la misión y la visión universitaria y se gestiona el crecimiento de la infraestructura académica, que incluye la construcción de laboratorios, bibliotecas, aulas, centros de autoaprendizaje de idiomas y cómputo, áreas deportivas y culturales, descentralización de la educación superior universitaria a distintos municipios de la entidad.

Otra bondad del ejercicio de la autonomía académica fue la puesta en marcha del programa de actualización permanente de planes de estudio y personal académico, así como la selección y permanencia de su personal académico, la elección libre y soberana de sus directivos, además de la constitución y reconocimiento de los sindicatos administrativo y académico, y sus contratos colectivos de trabajo.

La autonomía universitaria en la Constitución

Después de una serie de consultas en las instituciones públicas, el Congreso de la Unión reconoció el término de autonomía y el 10 de junio de 1980 el entonces presidente de la República, el licenciado José López Portillo, ordenó publicar en el Diario Oficial de la Federación el decreto por el que se adicionó la fracción séptima al artículo tercero de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en donde se postula que “las universidades y demás instituciones de educación superior a las que la ley otorgue autonomía tendrán la facultad y la responsabilidad de gobernarse a sí mismas”, garantía que fortaleció la vida y la autonomía de las universidades en las entidades.

La segunda Ley Orgánica de la UAEH de 1977 sufrió dos reformas relativas a los artículos 19 y 25, en donde se suprimió la reelección del rector y directores de escuelas e institutos y se amplió el periodo para que estos duraran solo seis años en el cargo. La ley permaneció vigente hasta el 30 de diciembre de 2015.

A finales de 2015, el Honorable Consejo Universitario analizó y reflexionó sobre el contenido de dicha ley y acordó solicitar al titular del Ejecutivo del estado que elevara al Congreso local una iniciativa para reformar la Ley Orgánica de la UAEH, toda vez que ese instrumento jurídico fundamental requería adaptarse a las necesidades de una sociedad cambiante, a través de políticas educativas acordes con la realidad que permitieran la modernización de la universidad.

La iniciativa de ley fue turnada a la 62 Legislatura, que conoció y aprobó, mediante el decreto 638, la nueva Ley Orgánica de la UAEH, que fue publicada el 31 de enero de 2015 en el Periódico Oficial del Estado de Hidalgo y entró en vigor el primero de enero de 2016. Esta abrogó la segunda Ley Orgánica de la UAEH de 1977.

En la actual ley, que contiene 61 artículos, el estado le ratifica el carácter de organismo público descentralizado, dotado de plena autonomía en los términos de la fracción séptima del artículo tercero de la Constitución, y deja bajo su tutela el patrimonio, la personalidad y la capacidad jurídica, entendiéndose como la facultad de gobernarse y autorregularse.

En esta ley orgánica se inscribe que la autonomía se manifiesta en los siguientes términos: I. Gobierno, para elegir y remover libremente a sus autoridades; II. Académico, para determinar el desarrollo de sus actividades docentes de investigación y vinculación y para fijar los términos de ingreso, promoción y permanencia del personal y sus alumnos; III. Administración, para gestionar, obtener y administrar libremente su patrimonio, y IV. Normativo, para expedir su normatividad que regula su organización. Además, la propia ley establece los fines de la universidad, atribuciones, organización, autoridades y señala como primero al Honorable Consejo Universitario; menciona a la junta de gobierno, el rector, los directores de escuelas e institutos, los consejos técnicos, el Patronato, el patrimonio de la universidad, el régimen jurídico, las instituciones de servicio social y comunitario y las autoridades.

En el historial de la universidad los distintos gobiernos se han caracterizado por respetar la autonomía en las instituciones, sin embargo, el 9 de octubre de 2017 la 63 Legislatura del Congreso de Hidalgo y otras autoridades expidieron y publicaron el decreto 228, que reformó la fracción tercera de los artículos 49 y 50; se adicionó el artículo 50 bis, 50 ter, 50 quater y el 50 quinquies de la Ley Orgánica de la UAEH, reformas, derogaciones y adiciones mediante las cuales se pretendía imponer en el interior de la institución la figura de un órgano interno de control designado por el Legislativo, siendo a todas luces una violación a la autonomía constitucional de la universidad, que en uso de sus facultades combatió en los tribunales aquel decreto.

Ese asunto llegó a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), que dictó sentencia definitiva a favor de la UAEH y ordenó deponer cualquier nombramiento o designación de un órgano de control externo como pretendían los diputados locales. La autonomía no fue trastocada.

El ejercicio de la autonomía debe entenderse como un derecho constitucional establecido en nuestra Carta Magna, que permite a las universidades que gozan de esa prerrogativa mantener en su interior los principios de libertad de cátedra, investigación y libre manifestación de las ideas, en un marco de respeto, y la pluralidad de pensamiento y tolerancia, donde los valores de respeto, honestidad, transparencia, lealtad y responsabilidad distingan a la comunidad universitaria y el ejercicio del respeto a los derechos humanos y a la equidad de género sea constante.

Con el ejercicio de una autonomía responsable, la UAEH es un espacio de reflexión, diálogo y debate académico donde las ideas alcanzan su más alta expresión y se convierten en realidades. Una forma de medir ese ejercicio es observar qué sucede con la infraestructura académica; hoy la UAEH cuenta con 21 planteles en los que atiende a más de 50 mil estudiantes en más de 100 programas educativos, todos con reconocimiento por organismos externos internacionales y nacionales por su calidad. Aloja en su claustro académico a más de 500 profesores con reconocimiento con perfil deseable y a más de 300 en el Sistema Nacional de Investigadores (SNI), quienes participan en 98 líneas de generación y aplicación del conocimiento. Se goza de la propiedad de cuatro patentes. En más de 393 hectáreas, la comunidad universitaria ha construido aproximadamente 350 mil metros cuadrados de espacios académicos y administrativos para dar cabida a 290 laboratorios y talleres, más de mil aulas, áreas deportivas y culturales, entidades económicas y poner pronto en operación la Torre de Posgrado en Ciudad del Conocimiento.

Somos una institución con misión y visión, que defiende la universidad pública mexicana y con sus acciones cotidianas enaltece la autonomía universitaria.

Cierro esta entrega dominical con esta frase del licenciado Jorge Rojo Lugo, exgobernador constitucional del estado, que el 8 de diciembre de 1980 pronunció en las instalaciones universitarias: “La universidad es una casa del saber, del aprender y del participar… es una casa del deber ser para existir y actuar, por eso merece el más profundo respeto y el reconocimiento a su autonomía.»

Por: Evaristo Luvián Torres

EL INDEPENDIENTE DE HIDALGO

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