¡Bravo! Volver al cheque en la UAS

El presidente de la Asociación de Periodistas de Sinaloa, Juan Manuel Partida Valdez, los bautizó, en la génesis de su ocaso, con el nombre de “los súper jubilados”, quienes, mañosos, de colmillo retorcido, cambian de botarga de acuerdo a sus muy particulares intereses, realizando acciones de intento de desestabilización de la Universidad Autónoma de Sinaloa.

Son jubilados que en su vida activa poco o nada aportaron al desarrollo y modernización de la UAS, y que se “sirvieron con la cuchara grande” del estado de anarquía que años atrás prevalecía en el alma mater. Ese grupúsculo busca desde el “exterior”, atentando contra el Consejo Universitario y buscando desacreditar a las autoridades de rectoría, tomar por asalto la institución.

¿Quiénes son? Van: el exdirector de asuntos jurídicos Jesús Manuel Martínez Peñuelas que “gana” como jubilado de la universidad 57 mil 484.96 pesos mensuales, más 44 mil 492.92 pesos en el IMSS, para captar así un total mensual de 101 mil 977.88 pesos. Fecha de jubilación el 9 de junio del 2005.

(En febrero del 2012 Jesús Manuel Martínez Peñuelas recibió un millón de pesos del gobierno estatal de Mario López Valdez como apoyo a la Asociación Civil Jubilados de la UAS con la finalidad de adquirir una casa para el jubilado. Otras 12 partidas por 94 mil pesos mensuales le fueron entregadas a Martínez Peñuelas para adquirir el albergue)

José Francisco Álvarez Cordero, quien fue tesorero durante varios rectorados, cobra en la UAS como jubilado un sueldo mensual de 68 mil 669.34 pesos, y en el Seguro Social recibe, también cada mes, 31 mil 108 pesos; un total de 99 mil 777 pesos con 34 centavos mensuales. Se jubiló el primero de mayo del 2005.

La exdirigente sindical de los administrativos, María del Rosario Quiñónez Payán, jubilada el primero de marzo del 2016, cobra en la UAS 41 mil 689.98 pesos, además de 41 mil 816.67 pesos del IMSS, para una suma de 83 mil 506.65 pesos.

Rubén Burgos Mejía se jubiló el 15 de mayo del 2009, y cobra una jubilación total de 80 mil 875.02 pesos, 56 mil 478.02 en la UAS y 24 mil 397 en el Instituto Mexicano del Seguro Social.

Jubilado desde hace casi 25 años, 16 de febrero de 1994, Eutilberto Rojas Osuna cobra 23 mil 196.66 pesos en la UAS y 16 mil 475 en el seguro. Total, 39 mil 671.66 pesos.

Otro más: Ernesto Hernández Norzagaray, quien se jubiló, sin pena ni gloria, sin ningún aporte a la Universidad, goza de una pensión o sueldo íntegro mensual de 45 mil 895 pesos, cantidad a la que se le suma la pensión que recibe del IMSS. Hay más. La lista de “los súper jubilados” es de alrededor de 20, no más, que desde afuera suman seniles esfuerzos en busca de mayores beneficios personales.

La Universidad tiene más de 5 mil jubilados pegados a su nómina, que le provocan un déficit económico anual de mil 700 millones de pesos.

El déficit anual ya estaba salvado. La UAS con el apoyo de la dirigencia académica y administrativa y con el aval del Consejo Universitario creó un fideicomiso para darle soporte o viabilidad económica al pago de la jubilación dinámica de los ex empleados uaseños. Con el fideicomiso, que se alimentaba de aportaciones de los trabajadores en activo y los jubilados, se garantizaba el pago de la jubilación y se salvaba de la crisis a la Universidad.

La administración del presidente Andrés Manuel López Obrador no reconoce la jubilación dinámica o doble jubilación y niega aportar o canalizar a la UAS y a otras Universidades Públicas del país recursos para pagarlas porque “el dinero que se entrega a las Universidades es para cubrir sus necesidades académicas, para el pago de trabajadores en activo, y otras actividades”.

El gobierno de Obrador precisa que las Universidades Públicas no son instituciones para pagar jubilaciones ya que para eso se creó el IMSS y el ISSSTE. Pone como ejemplo el Instituto Politécnico Nacional y la Universidad Autónoma de México que no paga ningún tipo de jubilación.

Sin embargo, el gobierno federal fue “tolerante” con las Universidades que pagan las jubilaciones dinámicas porque para cubrir esta prestación crearon fondos, fideicomisos, patronatos, etc., para allegarse de recursos provenientes de los empleados en activo y los jubilados para pagar la asistencia económica a favor de los retirados.

Pero en la UAS el fideicomiso fue “reventado” por los “súper jubilados” con el apoyo de un frustrado ex dirigente sindical del área de administrativos, Marco Antonio Medrado y algunos bufetes de abogados. La contribución de los activos y jubilados había sido aprobada en reuniones de los trabajadores en activo con sus respectivas dirigencias –académica y administrativa- y por el Consejo Universitario.

Ahora, sin fideicomiso, sin la corresponsabilidad de los beneficiarios, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador dijo no hay dinero para el pago de la jubilación dinámica, ni un centavo para nadie, para ninguna Universidad que otorguen esta prestación, salvo que se sometan a un proceso de transparencia y rendición de cuentas, a una reingeniería administrativa que permita el ahorro de recursos e impida las fugas económicas.

La UAS ya puso su Plan de Austeridad y Optimización a consideración de la SEP y funcionarios de la SHyCP y otras instancias que tienen que ver con el poder legislativo. Allá, en donde despacha el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, se insiste en revisar la nómina de trabajadores en activo y de jubilados y en sacar de todo proceso administrativo de la Universidad a las organizaciones civiles y a las cajas de ahorro o préstamo externas.

Sacar a los organismos “de la sociedad civil” del esquema contable de las UAS-Banco-pagos, que impida la verificación de las operaciones de pago a los trabajadores. De acuerdo a la ley, la entrega del salario a la planta laboral debe ser integra, total. La petición del gobierno federal coincide con la demanda de los trabajadores en recibir su cheque “sin tocarle un centavo”. Hay quejas de descuentos a sus cheques o pagos quincenales no autorizados por los trabajadores.

Hacer a un lado las cajas de ahorro y préstamos, organismos “civiles” que se dedican a prestar dinero a los trabajadores en activo y jubilados con base en acuerdos con la institución bancaria por cuya vía llegan las quincenas, para que no impacten en el sistema de cómputo y contabilidad de la UAS ni en los métodos de transparencia y rendición de cuentas. Es la Universidad sobre la que recae la responsabilidad legal de hacer llegar los cheques a los trabajadores en activo y jubilados.

Así como se está verificando, con la presencia física, biológica, a los beneficiarios de los recursos de los programas federales, así se está obligando a la UAS a que constante escuela por escuela, la entrega de cheques a sus trabajadores, y compruebe con la exhibición de la credencial y la presencia física, la subsistencia o supervivencia de los jubilados para proceder a realizar la entrega de la “prestación dinámica”.

El nuevo mecanismo de pago es necesario, es parte de la transparencia que exige el gobierno de López Obrador, y se enmarca en una racionalidad administrativa avalada con su firma por los trabajadores en activo, las dirigencias del Suntuas Académico y Administrativo, y el Consejo Universitario, pero esto ha sido motivo para la agitación, para atacar a la UAS.

Son precisamente los “súper jubilados” que se oponen al pago de cheques de manera directa a los universitarios argumentando que se harán muchas colas en los «bancos» y que los jubilados que están fuera del país no van a poder venir a cobrar su jubilación dinámica.

Pregunta, Ernesto Hernández Norzagaray, uno de los “súper jubilados”, que se niega a ir hacer cola para recibir su cheque universitario sin hacer nada, el cual asciende a 45 mil 895 pesos mensuales: ¿Acaso no existen otros mecanismos más eficientes para, como me razonó un alto funcionario sureño, tener control de quiénes dejan de estar activos y evitar seguir pagando a quienes no tienen derecho? Precisamente para eso es, para detectar a “aviadores” y para no pagar jubilaciones dinámicas a familiares de quienes ya murieron y que no fueron reportados como fallecidos, y se sigue cobrando la jubilación dinámica amparándose en apócrifas “cartas de subsistencia”.

Que no se preocupe Ernesto Hernández Norzagaray, pues nunca lo hizo. No se perderán horas ni días para que los trabajadores cobren su cheque ni tampoco a los jubilados se les alterará su curso normal de actividades “sustantivas”.

Ernesto Hernández Norzagaray dice que ciertamente en la UAS siempre ha habido “aviadores”, personal que no trabaja y está en la nómina, pero que se dedican a tareas extra universitarias, sucedía en el pasado, pero también en el presente, muchas veces por razones políticas, lo que significa abandonar grupos escolares, áreas administrativas y de extensión universitaria.

El «razonamiento» de Norzagaray encaja en lo que fue su “actividad” uaseña. Lo dibuja tal cual. Reconocerlo ahora desde afuera de la UAS mueve a perversidad porque quiere que se borre de la memoria universitaria su propio estatus de “aviador” ya que cuando no andaba de “becado” en el extranjero o dictando conferencias con cargo al presupuesto de la UAS, se dedicaba a tareas electorales en el Consejo Estatal o el Instituto Estatal Electoral, cobrando siempre, religiosamente, su cheque quincenal sin estar en el aula.

Para cerrar: Norzagaray, como siempre, no aportó nada, ninguna idea, para solucionar los problemas que aquejan a la UAS. Su objetivo como siempre es confundir y descargar todo el odio posible, su rencor contra la Universidad, porque el señor se jubiló para recibir su jubilación dinámica y la pensión del IMSS y todavía quería que con sus antecedentes de “aviador” lo recontrataran para contar con tres ingresos, sin hacer nada. Aquí está el quid del asunto.

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