Con la realidad hemos topado

El Presidente es fiel a sus dichos, no quiere cambiar ni un ápice a una decisión que tomó ni a la palabra que empeñó.

El discurso de la Cuarta Transformación acerca del magisterio y las normales es edificante a más no poder. Para usar un poco el lenguaje del presidente López Obrador: entre el magisterio no hay pecadores, todos los maestros son honestos y dedicados de corazón a realizar su trabajo en pro de la educación de niños y adolescentes para el bien de México.

Y ese perfil virtuoso lo cumplen mejor los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, que fueron los primeros en denunciar la “mal llamada” Reforma Educativa y por ello, desde la campaña, el candidato Andrés Manuel López Obrador suscribió un pacto con ellos.

El Presidente ha honrado su palabra. Aun antes de enviar el proyecto de enmienda al artículo 3º de la Constitución, el 12 de diciembre de 2012, las voces de los líderes de la CNTE se escuchan fuerte. En ocasiones, el secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma, o alguien de su funcionariado, tiene que salir a marcar límites.

El Presidente es fiel a sus dichos, no quiere cambiar ni un ápice a una decisión que tomó ni a la palabra que empeñó. Sin embargo, la CNTE es la CNTE. Es una organización de lucha, con tradiciones y rutinas políticas que le permitieron sobrevivir, primero; y obtener influencia y poder en varios estados, después.

Los líderes de esa articulación de grupos de docentes de diversas tendencias de izquierda tienen una causa: la defensa de la escuela pública e impulsar la educación popular.

No obstante, son más fieles a su estrategia de “movilización-presión-negociación-movilización”. Esa les ha permitido conseguir plazas, gobernar sobre porciones importantes de la educación en sus territorios y controlar las escuelas normales. Y defienden esas conquistas con todo y contra cualquiera.

Hoy, en plena pandemia, los docentes de una facción de la CNTE (porque hay varias) están en plantón en el Zócalo, frente a las oficinas de su aliado, el presidente López Obrador. El gobierno de Michoacán tuvo que desconocer el resultado del examen de admisión a las normales porque los comités de estudiantes lo controlaron y hubo venta de exámenes, cobro de cuotas y otras irregularidades de maestros de esas escuelas. Pero todos siguen siendo ejemplares.

Y, en Oaxaca, los aspirantes a ingresar a las normales vandalizaron —lo que ya es costumbre— el Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca, secuestraron camiones y espantaron a la gente. El móvil: quieren exámenes de ingreso presenciales.

Menudo lío tiene la SEP, la CNTE se opone a Aprende en Casa II y quiere legitimar el uso de sus manuales y textos de lucha popular para “pugnar por el avance del movimiento democrático nacional, vinculando acciones e impulsando la concientización obrero-campesino y de trabajadores asalariados en la lucha por sus reivindicaciones de clase”.

La SEP dice que no, que la ley es palmaria. Pero la CNTE no se rinde ni aun con la pandemia a cuestas. Algo obtendrá, más con el amigo que tiene en palacio.

CARLOS ORNELAS

EXCELSIOR

También te puede interesar