CORTINAS DE HUMO ANTE UN ESTADO EN DECADENCIA

Alfonso Carlos Ontiveros Salas

Que desilusión produce un gobierno elegido por un pueblo que, aunque tarde, reconoce que se ha equivocado. Las esperanzas se esfuman y un error que debemos soportar.

El voto ciudadano debería ser respetado y valorado por los fines que este tiene. Un derecho del pueblo para decidir libremente quien dirigirá el gobierno. Un derecho también que le debe permitir removerlo en caso de equivocarse en la elección. La revocación de mandato.

A ese derecho de elegir, todavía le falta ser escrito con mayor profundidad. Somos un pueblo que nació sometido a la voluntad de caciques dictadores. Una sociedad a la que le falta todavía construir cultura para organizarse como estado.

Los conspiradores que se encargaron de cortar el yugo español colonizador hicieron posible que surgieran los primeros intentos de sacudirnos esas formas de gobernar, porque el pueblo no tenía el derecho de manifestarse ni nombrar a sus gobernantes. La monarquía gobernante era el sistema político dominante.

Los autores de la rebelión independista que como Hidalgo alzaron la voz de la disidencia pero cargando todavía la tradición monarquista de Fernando VII y un Iturbide que se alzó como su alteza serenísima nombrándose Emperador.

Muchos años han pasado desde entonces y vivido experiencias como la de Santa Ana con su estado dictatorial centralista, la segunda Monarquía con Maximiliano de Habsburgo, la posible dictadura de Benito Juárez extinguida con su muerte, llegando a la dictadura porfirista, que tuvieron estancado a los mexicanos sin conocer el derecho al sufragio y la elección libre de nuestros gobernantes.

Dos constituciones federales la de 1824 y la de 1857 que solo incorporaron en sus contenidos como mera intención la forma de elegir a nuestros gobernantes. Fue hasta la constitución de 1917 la que incorporó ese derecho fundamental a partir del “Sufragio Efectivo. No Reelección” de Madero.

Sin embargo, el País y los mexicanos tuvieron que dejar pasar muchos años viviendo maximatos y gobiernos militares. La Revolución Mexicana heroificó a muchos, pero también formo grupos con poderes absolutos para ejercer el control político nacional.

Carranza, Obregón y Calles, por citar a algunos, sentaron las bases para organizar y proyectar el sistema político que gobernaría a los mexicanos. Los grupos recurrieron a las purgas intestinas para eliminar a posibles opositores y fortalecer sus ambiciones de poder. La milicia dominante quedó atrás concluido el mandato del General Manuel Ávila Camacho.

Surge el poder político civil que poco a poco fue cimentando la base de crecimiento en la participación ciudadana y concentración del poder político nacional mediante el voto ciudadano en las urnas. El control político nacional en un solo partido político hizo que el voto se corrompiera y también el gobierno.

La vestidura política desde la independencia hasta nuestros días poco ha evolucionado. El partido dominante por más de setenta años consecutivos construyó imperios de riqueza, pero también creo instituciones que son un baluarte nacional, pero hasta la fecha la pobreza de sectores numerosos de la población espera la mano amiga de un gobierno que los rescate y los dignifique.

Seguimos siendo un pueblo sometido por las ambiciones políticas de esos mismos que formaron parte de partidos políticos que se enriquecieron en el poder y que contribuyeron a que la pobreza se incrementara.

Llega un nuevo partido político dominante. Nuevo por las siglas de un partido que alcanzó el triunfo en las urnas, pero viejo en sus militantes porque vienen de otros partidos donde no alcanzaron a ver cumplidas sus ambiciones de poder. Abrazos y no balazos han hecho añicos el voto y la libertad para votar. Un poder de facto nos amenaza a todos.

El partido sería lo de menos. Lo que importa es el progreso nacional, fortalecer nuestras instituciones y alcanzar dignos niveles de bienestar. Pero ese partido que llegó a gobernar, oferta como bandera principal desterrar la corrupción, pero llega acompañado de corruptos, el negocio que se espera deberá ser muy alentador. Mas pobres con subsidio, repudio a la legalidad, persecución contra periodistas y censura a la libertad de expresión, destrucción de instituciones y un Congreso cómplice que obedece como perro domesticado. Son un peligro nacional.

Mexicanos, somos un pueblo humanitario y solidario, pero también respetuosos de nuestro origen libertador, en estos momentos en que la república peligra, unámonos todos y evitemos que ese magnicidio que se orquesta no ponga en riesgo nuestra soberanía y nuestras libertades. El apocalipsis relampaguea y puede ser aterrador.

La UAS no se toca, la autonomía universitaria se respeta.

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