¿EL HOMICIDIO COMO MÉTODO DE LA NUEVA AUTORIDAD MILITAR?

Alfonso Carlos Ontiveros Salas

Los hechos que iniciaron en la Clínica Culiacán donde perdiera la vida, entre otros, el Médico Otniel Montoya y que culminaran en el Hospital General de Culiacán, con el homicidio del presunto responsable ¿es el nuevo método para acabar con el delito?

La autoridad militar a cargo de la policía estatal y de la municipal de Culiacán, han respondido a los cuestionamientos de la prensa que el supuesto homicida del Médico quiso sorprender al policía que lo llevaba custodiado cuando inesperadamente se abalanzó sobre él con el propósito de quitarle el arma y darse a la fuga y según, en el forcejeo, se le privó de la vida al delincuente.

Difícil de creer esa versión del General Mérida que recién llegó a Sinaloa y viene de un Estado muy violento como es el de Michoacán, porque el delincuente debió ir asegurado y no con libertades de poder maniobrar y poner en riesgo la seguridad de sus custodios.

¿Qué información dejó de dar el delincuente asesinado? Lo cierto es que se llevó información que pudo ser valiosa para esclarecer el homicidio de un Médico que solo cumplía con su misión profesional en la salvación de vidas.

¿La Fiscalía abriría la carpeta de investigación para descubrir si en realidad la muerte del delincuente en el Hospital General fue circunstancial por los motivos declarados o fue una muerte necesaria para encubrir a alguien?

Lo cierto es que hay una familia dolida por los hechos y un reproche a una autoridad que no hace nada para evitar esos hechos. Hijos y una viuda que quedan en el desamparo y un Colegio Médico que calla cobardemente esos hechos en los que perdiera la vida uno de los suyos.

Mientras una familia llora por la violencia que baña al municipio y al Estado, las autoridades como si nada hubiese ocurrido, se entregaron al festejo de la fundación de Culiacán sirviendo como pretexto para ocultar la terrible inseguridad que lastima a una más de tantas familias sinaloenses que han sido lesionadas por las acciones criminales sin que sean castigados sus autores.

Por allá se escuchó desde el Congreso del Estado la voz titubeante de Feliciano Castro arengando que las policías se pongan a trabajar para erradicar la violencia, cuando desde el Congreso no se hace nada para evitar que lleguen a los puestos de mando de las policías a militares ineptos y fiscales a modo.

Lo mismo va para el Consejo Estatal de Seguridad Pública que ante los hechos criminales que conmocionan a las familias de Sinaloa, cínicamente informan, que, aun así, la violencia disminuye en el Estado. Información que ofende a los sinaloenses que sufren la pérdida de familiares por una violencia desatada y que no la detienen.

Mientras el Estado se hunde en el fango de la inseguridad las autoridades se dedican a inaugurar obras que irritan la armonía social. Se muestran inaugurando, con el perdón del Santo, la imagen de Judas Tadeo en Badiraguato, despertando suspicacias de quien se encargó de financiarla, construirla e instalarla, en un municipio como Badiraguato que no se distingue por la solvencia de sus recursos públicos para obras y servicios.

Lo mismo ocurre con ese reloj del Pedro Infante, vecino del Congreso porque es una obra que derrocha los paupérrimos recursos del Municipio que mucha falta hacen en los servicios que deben recibir las familias necesitadas que habitan en colonias muy precarias de Culiacán, una reliquia que insulta a la sociedad y que no le aporta nada útil a Culiacán.

Monumentos a santos y relojes sin beneficio social alguno, se cuelgan como cortinas de humo para encubrir los hechos sangrientos que vive Sinaloa y la incapacidad gubernamental para poderlos resolver.

El proceso electoral sigue corriendo y nos lleva a las definiciones partidistas. Los candidatos deberán cumplir con el perfil político y social que permitan proscribir el autoritarismo gubernamental. Es tiempo que los sinaloenses razonemos el voto y luchar por una Universidad Autónoma de Sinaloa más fuerte y combativa para enfrentar la fuerza de un Estado, antidemocrático, soberbio y absolutista.

La UAS no se toca, la autonomía universitaria se respeta.

¿Usted qué opina?

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