El museo de la manipulación

Pablo Hiriart.

En el CCP, para el presidente Calderón está dedicada toda la pared de una recámara en la que no hay nada más que ‘El lienzo de Felipe’, otra adulteración en nombre del arte.

Al entrar a la exresidencia oficial de los presidentes de México (ahora Centro Cultural Los Pinos, CCP) por el acceso de Chivatito, lo primero que se ve es el antiguo cuartel de lo que era, con su insignia y sus letras: Estado Mayor Presidencial.

Para darle el toque dramático y malévolo esta administración agregó, debajo del escudo del EMP, una leyenda en bronce que no existía: ¡Al Presidente nadie lo toca!

Se cruza un tianguis de garnachas, quesadillas, huaraches, gorditas, tlayudas, pellizcadas, tacos de guisados, y uno encuentra la casa principal, la residencia Miguel Alemán, donde vivieron casi todos los presidentes mexicanos desde que Lázaro Cárdenas mandó construir Los Pinos para hacerla residencia oficial.

Estado Mayor Presidencial [Fotografía. Pablo Hiriart]

Luego de recorrer una exposición de fotos dedicada a la difusión de la cultura y el turismo de China, se entra a las salas donde centenares o miles de familias acuden cada semana y reciben una particular enseñanza de sucesos de nuestra historia, como el que se plasma en un cuadro (parte de un códice colonial adulterado, en nombre del ‘arte’) que enseña “Los esquemas de la corrupción en México”, durante el mandato de los presidentes “neoliberales”.

Dice, con figuras del México prehispánico:

-”SEP: venta de plazas para maestros en escuelas públicas”.

-”Impuestos para los más pobres”. El SAT le recoge el dinero a un azteca con taparrabos como única vestimenta.

-”Justicia para el que pueda pagarla”. Ahí vemos un edificio con rasgos prehispánicos que tiene las letras SCJN.

Hay un jefe indígena en las escalinatas de la Suprema Corte, al que se acercan otros indígenas pobres que lloran con gruesas lágrimas que caen de los ojos a las mejillas. Al lado de ellos hay uno con manta elegante que alza el pulgar de la mano izquierda mientras en la derecha lleva un puñado de billetes para dárselos a los ministros.

Y hay otro más, también vestido ricamente, que brinca de felicidad y lanza billetes al aire. Tiene la leyenda: “Deducciones para los más ricos”.

Un indígena que representa a un trabajador del gobierno sostiene un cofre lleno de monedas de oro, con dos leyendas: “Salud y Educación. Saqueo de las instituciones públicas”.

-”Salud Pública”, se lee en otra figura, en la que un jefe indígena aspira de una hoguera donde los pobres depositan su dinero.

Antes de cruzar por un baño adjunto a la recámara, veo a Vicente Fox y Felipe Calderón con el texto: “Entre 2002 y 2012 las empresas mineras se llevaron 28,388 toneladas de oro y plata, el doble que durante tres siglos de la corona española”.

Remata. Felipe Calderón: “Al final de su gobierno había más de 104 mil muertos y 14 mil desaparecidos”.

Para el presidente Calderón está dedicada la pared completa de una recámara en la que no hay nada más que “El lienzo de Felipe”, otra adulteración en nombre del arte.

Dice que el lienzo “Narra una alianza contra el mexicano contemporáneo, el pacto entre García Luna y el Cártel de Sinaloa en la llamada Guerra contra el Narco de Felipe Calderón, lo que sumió al país en un ciclo de violencia e impunidad”.

En él se dibuja a García Luna dándose un abrazo con el Chapo Guzmán. El primero, protegido por un miembro de la Policía Federal, y el capo de Badiraguato escoltado por un guerrero barbado, con la santa cruz de los conquistadores españoles que trae atado un paño que dice: Cártel de Sinaloa.

Vienen ahí los dibujos de distintos cárteles en guerra, sangre, muertos, como obra macabra del presidente a quien dedican ese muro de la residencia Miguel Alemán de Los Pinos.

“El lienzo de Felipe”. Para el presidente Calderón hay una pared completa. [Fotografía. Pablo Hiriart]

Se cruza una sala, ubicada junto al balcón del segundo piso de la casa, en la que hay bocinas con murmullos y en una televisión pasa un documental que lleva subtítulos en español con faltas de ortografía.

Los murmullos, dice una explicación, son los nombres de desaparecidos en sexenios anteriores.

Al fondo, un cuadro grande informa a los visitantes que América Latina es antiimperialista.

Llegamos a la sala donde se expone “La Muerte de Luis Donaldo Colosio”.

Se explica que: “Esta serie de pinturas consiste en cinco óleos sobre tela en los que el artista reproduce pictóricamente cinco pasos consecutivos de acercamiento (zoom) a un fotograma tomado de un video: proceso en el que el artista nos lleva de lo figurativo a la abstracción. La escena contiene un carácter dramático: es el instante en el que se disparó el arma que dio muerte a Luis Donaldo Colosio”.

En efecto, el óleo sobre el lino muestra el momento justo en que Colosio recibe el balazo. Luego otro cuadro con mayor acercamiento, y así otros, sucesivamente, hasta que el crimen queda en una abstracción.

Junto hay un cuarto relativamente pequeño con fotografías de sábanas de apariencia confortables, caras y sensuales, así como ropa de cama fina en alcobas a medio arreglar. Sobre las fotos, grandes letras color rojo sangre: PRIMERA DAMA.

Sábanas y ropa de cama. Sobre las fotos, grandes letras color rojo sangre. [Fotografía. Pablo Hiriart]

El Financiero

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