Finanzas y valores (no bancarios)

La educación financiera ofrece herramientas a los pobres para defenderse de prácticas abusivas de comerciantes deshonestos y toda clase de gandallas.

La rueda de la historia sigue dando vueltas. No que esté mal —yo no juzgo que sea desventura— el problema es que hay negación. En la retórica de la Cuarta Transformación, al menos por lo pronto, ciertas propuestas de política —y hasta prácticas— educativas se parecen mucho a las de los gobiernos del Partido Acción Nacional.

La Nueva escuela mexicana fue la consigna que el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (comandado por Elba Esther Gordillo) y la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación echaron para abajo. La propuso el subsecretario de Educación Básica del gobierno de Vicente Fox, Lorenzo Gómez Morín.

La educación financiera, que la Secretaría de Educación Pública acaba de anunciar como una innovación trascendente —y dentro de un modelo humanista— apunta a “… sensibilizar desde muy temprana edad a las niñas y a los niños sobre temas financieros es prepararlos mejor para la vida e instruirlos en actitudes responsables hacia el patrimonio de su familia y el suyo propio”, discurseó Esteban Moctezuma, en un foro organizado por Citibanamex.

Agregó que el fin es “formar mexicanos honestos, productivos e incorruptibles”.

El 22 de septiembre de 2008, la entonces secretaria de Educación Pública, Josefina Vázquez Mota, proclamó en un encuentro sobre el tema, también organizado por Banamex: “Como parte de esta construcción de ciudadanía que es darle poder al ciudadano, es darle una libertad que no ha tenido hasta ahora, particularmente a los ciudadanos más pobres y vulnerables. Por vez primera en la historia de la educación en México, estamos impulsando la educación económica y financiera en miles de aulas en el país”.

Tanto la secretaria hace 11 años como hoy el secretario abonan a ciertas “ideas itinerantes”. En otras partes del mundo esa concepción de educación financiera es una realidad y con nociones parecidas a las que expresaron nuestros funcionarios. Organismos intergubernamentales como el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, en la región, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos y la Unesco son los abogados de ese enfoque, es la marca de la globalización.

Alguien dirá que en 2008 era una consigna neoliberal y que la de hoy corresponde a los altos valores de la ciudadanía.

Pero en el fondo no se diferencian y pienso, además, responden a necesidades sociales. Desde una perspectiva democrática, la educación financiera ofrece herramientas a los pobres para defenderse de prácticas abusivas de comerciantes deshonestos y toda clase de gandallas. Claro, tanto Vázquez Mota como Moctezuma Barragán aludían a valores morales, aunque hablaban ante banqueros.

Del otro lado de la balanza habrá quien arguya —y tal vez con razón— que implica más materiales de enseñanza, lectura de más textos, abigarrar más al currículo y ponerles más presión a los maestros. ¿De dónde sacarán tiempo para enseñar tanta cosa que la burocracia les exige?

A fe mía que las innovaciones se dejan vencer en la práctica por la persistencia cultural. Las escuelas son instituciones duras, con rutinas curtidas en décadas de experiencia. Cambian, sí, pero no al ritmo ni en la dirección en que desea la alta burocracia.

Las experiencias de las reformas educativas de los últimos 30 años muestran la perseverancia de tradiciones y usos.

Espero que algo bueno surja de esa propuesta que —tampoco era tan nueva cuando la propuso JVM—, pero no nos encandilemos con que todo en la Cuarta Transformación es novedoso. La historia gira y gira y seguirá rodando.

RETAZOS

Los normalistas de las rurales andan encrespados. Quieren todo y lo quieren ya. El gobierno les ofrece diálogos y plazas para el futuro, pero —por lo pronto— no hay con qué. Habrá más bloqueos, huelgas y enfrentamientos.

Una muy buena. Descansarán en la Rotonda de la Personas Ilustres, los restos de José Santos Valdés, maestro notable, escritor prolífico, analista político agudo y normalista de origen.

CARLOS ORNELAS

EXCELSIOR

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