La prolongada crisis de la UNACH.

Para no variar, la Universidad Autónoma de Chiapas se mantiene recluida dentro del torbellino de ambiciones de aquellos que mantienen la certidumbre de que esta institución educativa los puede ayudar a dejar de ser pobres.

Los dos bandos están identificados. Por una parte, Carlos Faustino Natarén Nandayapa, rector de la Universidad; por otra, los que protagonizan la feroz disputa por lo que queda del Sindicato del Personal Académico (Spaunach).

Nadie pide ni da cuartel. La suerte de los miles de jóvenes matriculados en sus diferentes campos universitarios es lo que menos les importa. Es más, pudiera asegurarse que eso jamás les ha importado.

Como si se tratara de un pleito de perros y gatos metidos dentro de un costal, Natarén Nandayapa lanza mandobles contra sus enemigos –hace mucho dejaron de ser simples adversarios– mediante acciones con presunto sustento jurídico mientras sus oponentes apelan a la Suprema Corta en desesperados intentos de aferrarse a los clavos ardientes de la justicia a la mexicana.

Queda claro que la Universidad Autónoma de Chiapas hace muchos lustros que perdió la brújula. Quizá por ello fue plausible, en aquel entonces, la decisión de no permitir que se encargara del nivel medio superior sin sospechar que ahora ya no tenemos un solo problema a resolver sino dos: tanto la Universidad como el Cobach andan completamente extraviados en el mar de la corrupción.

Un nuevo episodio se escribió en esta reyerta universitaria. Al filo del mediodía de ayer, Rosario Chávez Moguel, docente de tiempo completo de la Facultad de Humanidades de Tuxtla Gutiérrez, se declaró en huelga de hambre para exigir respeto a la vida sindical.

Sus peticiones son muy concretas: “Respeto a la decisión de la asamblea y reconocimiento por rectoría de la prórroga al Comité Ejecutivo; restitución de docentes despedidos injustificadamente; no más acoso laboral y respeto a nuestras garantías laborales…”, reza la manta que le acompaña.

En alcance a esta huelga de hambre, un número importante de docentes –adscritos a los campus I y VI de la UnACH– los días 18 y 19 de septiembre realizarán, en sus respectivos centros de trabajo, un paro de labores.

“Será un acto de dignidad”, aseguran algunos docentes consultados por el autor de estas letras.

Según sus dichos, Carlos Faustino Natarén es acusado de persecución, hostigamiento y acoso laboral contra once docentes que han sido suspendidos de sus salarios pese a que cuentan con 20, 25 y hasta 30 años de servicio en la UnACH.

Explican, con vehemencia, coléricos, que la embestida contra el Spaunach no es para defender a la UnACH sino para cobrarle algunas facturas a Ariosto de los Santos y a Indra Toledo. Y, en medio de ese pleito absurdo, se encuentran los trabajadores y los miles de estudiantes de la que algún día fuera la “máxima casa de estudios” de Chiapas.

Mucho más allá de quién tenga la razón, lo único cierto es que los desencuentros en la Universidad han tomado senderos cada vez más preocupantes. Los docentes han tomado partido y se encuentran más divididos que nunca. Y eso, por supuesto, no augura nada bueno para esa institución.

Llama la atención la huelga de hambre iniciada el día de ayer en la Plaza Cívica de Humanidades, en Tuxtla Gutiérrez. Por dos razones: la primera, porque se localiza a unos cuantos metros de la oficina de Carlos Faustino Natarén; la segunda, porque Rosario Chávez Moguel fue directora de la Facultad de Humanidades durante el periodo 2010-2014.

Dicho de otra forma, la ayunante voluntaria es una voz autorizada para cuestionar al rector. Porta credenciales académicas que le dan solvencia a la lucha reivindicatoria que ha iniciado desde ayer.

Al parecer, los que han sido afectados con suspensión de salarios –ordenado por el responsable jurídico de la UnACH– son: Dagoberto Hernández Ruiz, Ariosto de los Santos Cruz, José Alberto Colmenares Guillén, Rashid Mekki, Julio Jorge Botello, Rodolfo Flores García, Ricardo Guillén Castañeda, Luis Alberto Pérez Escobar, José Francisco Franco Martínez y Arturo Mérida Mancilla.

A todos ellos, ofrendó Rosario Chávez su sacrificio personal de dejar de ingerir alimentos desde las once horas de ayer. Hoy, según lo anunció, se sumará a la jornada de lucha convocada por los docentes de los campus localizados en las inmediaciones de la colina universitaria.

Sin embargo, al consultar a otros docentes que gozan de autoridad moral dentro de la vapuleada Universidad, hemos podido enterarnos que solo dos docentes están suspendidos salarialmente; los nueve restantes enfrentan procesos administrativos porque ostentan plazas de tiempo completo, titular “C”, sin haber cubierto cabalmente con los requisitos estipulados para dichas plazas.

El único problema, aseguran, es que los nueve que están siendo investigados no son los únicos. En las diversas escuelas y facultades de la UnACH existen, por lo menos, más de un centenar de esos profesores con plaza de tiempo completo titular “C” que incumplen con los requisitos.

Debe ser cierto. Para no ir tan lejos, en las Facultades de Administración y de Negocios, de aquí de Tapachula, hay por lo menos unos diez docentes que cobran esa categoría sin merecerlo. Y eso, conservadoramente hablando. Cuentan con doctorados patitos, no hablan ningún idioma adicional al español y el único mérito es que eran cuates del rector que les regaló la plaza.

Esas concesiones graciosas, más las sinvergüenzadas de los ex rectores y la corrupción galopante, mantienen a la Universidad Autónoma de Chiapas dentro de los primerísimos lugares de escuelas endeudadas dentro del ranking nacional.

Pero, por lo que se aprecia, no existe la más mínima voluntad de enderezar todo lo torcido que hay en la Universidad. Si existiera, la revisión de plazas y salarios tendría que ser parejita, no persiguiendo a unos y favoreciendo y solapando a otros.

Al ser selectiva, no queda más que pensar que Carlos Faustino Natarén está utilizando la ilícita recategorización de muchos docentes como espada flamígera para castigar a los que se le ponen al brinco. Los dóciles, los lambiscones, los serviles, no serán molestados, aunque realmente no cubran los requisitos para cobrar bien y ostenten las plazas más altas sin merecerlo.

La crisis continúa en la UnACH y, por lo visto, llegó para quedarse.

Sin Límite… Alberto González Martínez

COLUMNA HUESPED

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