La reforma de la reforma

Parece que, en las negociaciones en el Congreso respecto a la reforma de la Reforma Educativa, se aplicó la definición de que la política es el arte de lo posible. No se abrogan todos los cambios que impulsó el gobierno de Peña Nieto, ni se aprueba por completo la propuesta del presidente López Obrador.

El proyecto de dictamen de las comisiones de Educación y Puntos Constitucionales de la Cámara de Diputados, que tal vez el pleno apruebe el martes 26, enlaza puntos de la iniciativa presidencial con las de otras fuerzas, en especial con la que presentaron MC, PAN, PRD y PRI. Se acabará el Servicio Profesional Docente y el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación cambiará de rostro, pero no se abolirán los procesos meritocráticos para el ingreso y la promoción de docentes. Tampoco el organismo que los sustituirá quedará bajo el manto de la SEP.

Como lo muestra la experiencia internacional y también nuestra historia, ninguna reforma educativa que se emprende de la cúspide del poder triunfa por completo. Pero tampoco fracasa en todo. Cada una abona a la memoria de su sistema educativo y deja rescoldos sobre los que puede construirse otro cambio. En suma, a la reforma del gobierno anterior le quedan bastantes comas (instituciones).

Tal vez ingresen a la Constitución dos asuntos que no estaban en las iniciativas mayores: 1) “El Estado garantizará la educación inicial” y 2) “Corresponde al Estado la rectoría de la educación”. Pero retoma tramas del proyecto del Presidente, como la obligatoriedad de la educación superior, el interés de la infancia y la adolescencia y que el magisterio es el agente fundamental del proceso educativo.

En la fracción VIII queda diáfano que la admisión, promoción y reconocimiento de la función docente, directiva o de supervisión, se realizarán por medio de procesos de selección (ya no oposición), donde los aspirantes concurran en igualdad de condiciones. Esto conforme a una nueva ley que ya tiene candados para impedir que regrese la herencia y la venta de plazas.

Para sustituir al SPD y al INEE se establece el Sistema Nacional de Mejora Continua de la Educación, como un órgano descentralizado no sectorizado, con personalidad y patrimonio propios. El Senado —con mayoría calificada—designará a los integrantes de la Junta Directiva y del Consejo Técnico, además, instituirá un Consejo Ciudadano. No tendrá autonomía constitucional, pero sí bastantes grados de independencia de la SEP y otras autoridades.

El documento —de más de 500 páginas— contiene detalles, principios y antecedentes (los sedimentos del pasado). Huelga decir que mantiene el centralismo en el pago de la nómina y el Sistema nacional de información y gestión educativa, que ni siquiera se menciona, pero que es parte del espíritu que otorga al gobierno central la potestad rectora.

Lo que muchos se preguntan es cómo lo tomarán las facciones del SNTE. Especulo: la CNTE se opondrá, no responde a sus demandas de regresarles el control que tenían sobre la trayectoria de los docentes. Los seguidores de Elba Esther Gordillo no harán planteamientos de fondo, mientras que la facción mayoritaria apoyará al gobierno y se subordinará a su mando.

Intuyo que el presidente López Obrador accedió a esos cambios, pues fuera como fuese la CNTE se mantendría en rebelión. Ya se quebró la alianza.

Ningún partido ganó todo; el proyecto sólo refleja lo posible. En mi entrega del miércoles abonaré a esta cuestión.

RETAZOS

En varios párrafos del proyecto se habla de “las maestras y maestros”; habría que alargar el texto: las maestras y los maestros o, si se quiere, las y los docentes. En alguna parte dice, “será inclusivo” en lugar de será incluyente. No estaría mal que junto a la corrección política también hubiera respeto a la gramática.

Por Carlos Ornelas

Académico de la Universidad Autónoma Metropolitana

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