La UAM a 45 años y…

El alumbramiento de la nueva Universidad tuvo una gestación peculiar. No fue producto de una ocurrencia, pero tampoco obedeció a un proceso planeado ni a estudios profundos. Perseguía fines de legitimación del Estado y también buscaba innovar.

La Universidad Autónoma Metropolitana, mi Casa abierta al tiempo, acaba de cumplir 45 años. Se efectuó el ceremonial y hubo festejos. Los actores hicieron balances y proyectaron su futuro. Las autoridades evidenciaron avances en la docencia, el crecimiento en sus cinco unidades, el progreso de la investigación, la creación y difusión del arte; también de su influencia y reconocimientos recientes.

Poco se habló de las alteraciones que el Sindicato Único de Trabajadores de la Universidad Autónoma Metropolitana ha creado con sus huelgas y falta de compromiso institucional al plantearse como un actor externo, ajeno a “la patronal”. Tampoco de las fallas de profesores escasos de ética académica. Sin embargo, vista en su conjunto, los logros sobrepasan —y con mucho— a los débitos.

La creación de la UAM se dio en un tiempo de cambios políticos, cuando el régimen de la Revolución Mexicana ya mostraba signos de agotamiento. El Estado atravesaba por una crisis de racionalidad política y de legitimación.

El nacimiento de la nueva institución no fue un evento aislado del contexto nacional ni del ambiente internacional de cambios en la educación superior. En lo doméstico, la reforma educativa se manifestó en la creación de un sinnúmero de nuevos programas e instituciones, con cambios en la educación primaria, la secundaria y mucho más en la superior, como lo documentaron Víctor Bravo Ahuja y José Antonio Carranza en La obra educativa: 1970-1976 (Secretaría de Educación Pública, 1976). Gustavo Rojas Bravo en Modelos universitarios: los rumbos alternativos de la universidad y la innovación (Fondo de Cultura Económica, 2005) consigna que la creación de la UAM también fue producto de una serie de innovaciones y procesos que se consolidaban en la escala global y desde diferentes perspectivas.

No obstante, el alumbramiento de la nueva Universidad tuvo una gestación peculiar. No fue producto de una ocurrencia, pero tampoco obedeció a un proceso planeado ni a estudios profundos. Perseguía fines de legitimación del Estado, pero también buscaba que se innovara, que hubiera cambios reales en las estructuras de organización del trabajo académico —con énfasis en la investigación científica y cambios en las creencias de los actores internos— y en las formas de ejercer la autoridad.

Pienso que la flor más preciada en el jardín de la UAM es la legitimidad de la plétora de opiniones, incluso con voces que llegan a la diatriba. No en todos, pero entre estudiantes, profesores, autoridades y trabajadores de la administración surcan conductas que muestran lealtad a la humanidad, a la nación y a la Universidad misma, aunque no se compartan posturas intelectuales y prevalezcan divergencias filosóficas e ideológicas.

En la UAM no tenemos un paradigma normal dominante, como diría Thomas S. Kuhn, sino una variedad de posturas teóricas.
Repudiamos al pensamiento único, al tiempo que, sin llegar al chovinismo institucional, mostramos orgullo por nuestra casa.

La UAM es una institución joven, pero pujante; ya es calibre 45. Pero mal haríamos con estar conformes con lo consumado.
Necesitamos exámenes críticos de nuestro hacer y también tender diálogos creativos con la sociedad y los órganos del Estado.

Desde que se creó la Universidad en Europa, hace unos nueve siglos, a la par de la docencia y la búsqueda de la verdad científica, se instituyeron rituales para festejar:
ceremonias de graduación y festejos de aniversario, entre otros. Y casi siempre hay brindis y deseos de un futuro mejor.
Bien, brindo por esta institución a la que nunca podré pagar por tanto que me ha dado.

Retazos

La mala suerte de los fundadores. México fue, es y seguirá siendo un país presidencialista. Los gobernantes dejan su sello en las instituciones que crearon. No obstante, acaecen excepciones extrañas. En las celebraciones y proclamas de la Universidad Nacional Autónoma de México y de la UAM se excluye de los rituales a Porfirio Díaz y Luis Echeverría Álvarez.

CARLOS ORNELAS

EXCELSIOR

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