Mazatlán, conmocionado por su loco

Don Quijote no quería descubrirse la cabeza, donde llevaba las cintas de la celada (parte de la armadura que protege la cabeza), así que para que degustar el vino el ventero tuvo que hacer una caña para que pudiera beber. Según el código de los caballeros andantes, no podían beber vino quienes fuesen a “desfacer entuertos”.

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A los mazatlecos se les caen la cara de vergüenza. El puerto, centro turístico internacional, cuenta con un loco más que se convirtió en el atractivo y burla de tirios y troyanos. El pueblo está atónito, al grado de la conmoción colectiva, por la conducta trastornada del alcalde Guillermo -El Químico- Benítez, quien, de verdad, requiere de urgente atención médica-siquiátrica, pues se asume el nuevo «Quijote» con mancha que fue procreado para salvar a Sinaloa. 

Cierto. Enloquecido, el presidente municipal de Mazatlán mandó al diablo su responsabilidad de gobernar y se enfundó la túnica de “ser angelical” para salir a la calle, a la plazuela, a los ranchos, en campaña electoral, repartiendo insultos, calumnias, injurias y prometiendo a su “pueblo” –grupos de acarreados de los Programas del Bienestar-, toda clase de sandeces. Peleando contra los molinos de viento construidos por su imaginación trastornada.

La verdad es que “El Químico” Benítez enloqueció. No quedó bien de la cabeza. Si ya de por si la sociedad mazatleca argumentaba que el alcalde mostrabas “síndromes” de alcohólico en su conducta personal y ejercicio de gobierno, la negativa de Morena de convertirlo en su candidato a gobernador lo trastornó mentalmente. Y se ha trazado en la cruzada para destruir la injusticia y la esclavitud.

Bien reza el refrán que “el poder vuelve loco y el poder absoluto, absolutamente loco”. Locura y corrupción, es cierto, son compañeras inseparables en política. El Químico Benítez ya da cuenta de su enfermedad mental y del saqueo de las finanzas municipales en varias áreas de su gobierno. 

Los latrocinios del alcalde son del dominio público. La síndica procuradora Elsa Isela Bojórquez Mascareño los ha compilado, relatado y denunciado, pero lo de la locura y de los apetitos enfermizos por el poder del jefe del ejecutivo municipal nada se sabía, hasta que “se le botó la catota” cuando se enteró que su “amigo” el presidente Andrés Manuel López Obrador no lo favoreció con la candidatura de Morena. 

Soberbio, arrogante, el alcalde Benítez Torrez primero entró en cólera, después fue presa de pánico, ese miedo exacerbado de que son víctimas los políticos cuando se dan cuenta de que pueden perder todo y quedar aislados, sin que nadie los tome en cuenta. Después como si un rayo de luz lo iluminara el alcalde tomó la decisión de convertirse en una especie de “arma de destrucción masiva” contra la injusticia y en pro de la igualdad. 

En plena metamorfosis ordenó a sus incondicionales -a quienes confunde con Sancho- de que le organizaran eventos masivos con los beneficiados con los programas municipales y los Programas del Bienestar, para exhibirse como un ser caído del cielo, el iluminado el purificado, el angelical, el incorruptible, el que construirá el nuevo Sinaloa cuando de antemano todos saben que no es ni será nunca el candidato de Morena. Los mazatlecos lo escuchan y lo tildan de loco.   

Sí. De plano, el alcalde Guillermo -El Químico- Benítez enloqueció. Los sicólogos y siquiatras consultados por Ruta Sinaloa 2021 (la Cuarta Transformación) indicaron que el presidente municipal es víctima del Síndrome de Hubris o adicción al poder y que en sus delirios de grandeza se cree el iluminado, el sabelotodo, capaz de realizar grandes tareas.   

El médico y político británico David Owen identificó este síndrome. La palabra Hubris proviene del griego hybris y refiere a la descripción de un acto en el cual un personaje poderoso se comporta con soberbia y arrogancia, con una exagerada autoconfianza que lo lleva a despreciar a las otras personas y a actuar en contra del sentido común. 

El síndrome de Hubris suele mezclarse, en muchas ocasiones, con el narcisismo y con el trastorno bipolar. En el caso de Guillermo –El Químico- Benítez se conjuga con su misoginia y por una desmesurada inclinación a ejercer el poder de manera autócrata, depositando su confianza solamente en sus parientes a los que ha acomodado en la estructura municipal. Al síndrome mental, hay que agregar el daño cerebral que le ha ocasionado el consumo desmesurado de bebidas embriagantes. Al alcalde le fascina empinar el codo. 

A sabiendas que incurre en graves responsabilidades, el loco alcalde abandonó sus funciones y se lanzó a la calle, a la plaza, a los ranchos, con micrófono y altavoz en mano, pregonando que es el adalid de la democracia y lanzando denuestos a medio mundo. Proclamando que solo él y nadie más que él, el purificado, es el indicado de llevar la Cuarta Transformación a Sinaloa. «Quijotesco» lucha con sus imaginarios molinos de viento a quienes grita locura y media….

Mazatlán está muy conmocionado por su loco… 

Francisco Ayón Yucupicio 

Ruta Sinaloa 2021

La Cuarta Transformación

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