No son invencibles

Juan Manuel Acuña Salomón

La actual administración de la UAdeO parecía invencible, pero con el triunfo del Dr. Abel Antonio Grijalva quedó demostrado que no es así. A pesar de tener todas las ventajas a favor para poder lograr un triunfo contundente, es evidente que algo falló y esto puede ser el inicio de barruntos de tormenta mucho más fuertes al interior de la universidad.

Quien vence gana batallas, y sus escaramuzas parciales pronto dan paso a sucesivas refriegas. Hay que decirlo con claridad: en la unidad Culiacán de la UAdeO ganaron los enemigos del rector. Por eso la tormenta política es inminente.

Quien dirige la universidad perdió el control sobre la unidad regional más grande, la de la capital del estado, caja de resonancia de todo lo que acontece en la entidad. Esto es algo digno de mencionarse, ya que es la joya de la corona y esto nos lleva a cuestionar si verdaderamente también ganaron las demás unidades. La sombra de la sospecha está presente.

Nos han hecho llegar muchos testimonios de que el proceso para elegir directores y jefes de departamento fue un verdadero cochinero. Se presionó, se mintió y se amenazó a profesores y a estudiantes para que votaran en favor de los incondicionales que puso la rectoría como candidatos. En Los Mochis, Guasave, El Fuerte, Guamúchil y Mazatlán, no se vivió una jornada libre para elegir autoridades. Hubo todo tipo de marranadas que nada tuvieron que ver con la democracia universitaria.

Quien se dice invencible no debe dejar duda alguna de que tiene el control de la situación. El haber perdido la unidad Culiacán manda señales de que no son invencibles y que tampoco tienen el poder que dicen tener. Máxime cuando a ocho meses de iniciar su gestión, el rector Pedro Flores aún no ha logrado demostrar, ni jurídica ni académica ni socialmente, que él es el rector de la universidad.

Pero aun teniendo todos los recursos a su alcance, tampoco tuvo la capacidad de operar políticamente para que su candidato en la unidad Culiacán pudiera ganar la elección. Al interior de la universidad se murmura a gritos que algunos de sus más cercanos colaboradores traicionaron al rector. Su propio equipo lo hizo perder adrede. Ya no lo aguantan. Este hecho todavía traerá mayores consecuencias. En los próximos días el rector desesperadamente tendrá que buscar culpables para descargar su coraje. Y tiene mucho de dónde escoger. Habrá que estar pendientes del desenlace.

Debe tomar cartas en el asunto y, de demostrase que sí hubo mano negra, debe tumbar cabezas y así mandar una señal de que verdaderamente él es el rector. Le urge mandar este tipo de señales y así acabar de tajo la sombra de su destitución. Aunque al perder la unidad Culiacán queda claro de que no es invencible y que esto motivará a dar paso a futuras refriegas.

Pedro Flores hasta ahora ha querido comerse todo el pastel para él, y ya se está atragantando. Con esta derrota, y la justificada duda de traiciones en su equipo, tendrá que darse cuenta que ahora estará obligado a negociar con todos los grupos de la universidad. Tiene que darse cuenta de que su función como rector consiste en de velar por los intereses de la universidad y no solo a favor de intereses personales o de grupo, como lo ha venido haciendo hasta ahora.

Pero lo más importante es que debe mandar señales, claras y contundentes, de que ya va a dejar de ser un títere manipulado por su antecesora. Esta es la imagen que los universitarios tienen de él, y deberá trabajar mucho para poderla cambiar. La gente solo pide que sea un verdadero rector y que deje atrás venganzas, intereses personales. Aún es tiempo de cambiar su comportamiento, y si no puede pues debe dejar libre el espacio, antes de que en la prensa local se publiquen ofertas de empleo y de que en los requisitos se diga que sean egresados de cualquier institución educativa, excepto de la UAdeO. El deterioro institucional ya es alarmante.

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