Nuevas leyes, tres avisos

La Ley General de Educación implica un diseño institucional que recupera mucho del viejo orden. En lugar de la Ley General del Servicio Profesional Docente, que quedó abrogada desde mayo, se levanta la Ley General del Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros, donde el mérito como principio de ejercicio profesional desaparece.

Es casi seguro que el Senado de la República aprobará el paquete de leyes reglamentarias del nuevo texto del artículo 3º constitucional que le envió la Cámara de Diputados. Consumatum est, dice con voz de triunfo la mayoría de Morena. Pero tal vez no todo esté cumplido y sea un momento más en la contienda por la educación.

La enmienda al artículo 3º es ley desde el 15 de mayo. Aunque era innecesario, la Cámara de Diputados sesionó bajo el sitio de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación el jueves 19 de septiembre. Aun sin la presencia de la protesta, el presidente López Obrador ya había enviado la orden que la mayoría aceptó. Pero la CNTE quiso demostrar que fue gracias a su fuerza.

La Ley General de Educación implica un diseño institucional que recupera mucho del viejo orden. En lugar de la Ley General del Servicio Profesional Docente, que quedó abrogada desde mayo, se levanta la Ley General del Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros, donde el mérito como principio de ejercicio profesional desaparece; se regresará al arreglo, donde los líderes de las facciones del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación gobernaban en la trayectoria de los docentes. Y, en lugar de la Ley del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (también enterrado), se promulgará la Ley Reglamentaria de Artículo 3º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en Materia de Mejora Continua de la Educación (ése es su nombre oficial).

Otros colegas y juristas se hacen cargo del análisis de esas leyes, anotan sus virtudes, si es que tiene, pero más sus defectos y efectos potenciales. Otros actores, como los partidos de oposición, preparan controversias porque el texto no los dejó contentos, menos el procedimiento ni los acuerdos cupulares entre el Presidente y la CNTE.

Hoy quiero abstraerme del tenor de las leyes y del contexto inmediato para especular sobre tres posibles consecuencias en el plazo medio.

Primera. El cambio constitucional y las leyes agudizan el centralismo que el gobierno de Enrique Peña Nieto estampó con la reforma a la Ley de Coordinación Fiscal de septiembre de 2013. El Fondo de Aportaciones de Nómina Educativa y Gasto Operativo se mantiene centralizado y, con las nuevas leyes, la Secretaría de Educación Pública será el eje. La Junta Directiva de la Comisión para la Mejora Continua de la Educación, que eligió el Senado, será decorativa. La cercan un comité “consultivo y deliberativo” que preside el secretario de Educación Pública y un órgano (secretaria ejecutiva, cuyo titular será designado por el jefe de la SEP). ¿Autonomía técnica? Lo dudo. Las autoridades estatales quedan como peones de un juego donde el rey domina.

La segunda resultante previsible se refiere a los partidos de oposición. Parece que el Presidente y Morena les dieron una lección. Confiaron que con el texto ambiguo del párrafo sexto del artículo 3º se salvaguardaría el no retorno de prácticas clientelares a la vida magisterial. Se dicen engañados. Sospecho que cualquier otro intento de mudanza constitucional no pasará por el tamiz del Senado. La oposición cuenta con los suficientes votos para bloquear presente y futuras iniciativas.

La tercera consecuencia se refiera a los recursos financieros. Muchas promesas, pero sin dinero. Las normales, privilegiadas en la oratoria, castigadas en el presupuesto. Mucha labia sobre el Acuerdo Educativo Nacional y la Nueva Escuela Mexicana, pero los recursos se van a becas. Más a la educación media porque —sospecha mi amigo El Maestro— esa chaviza votará en 2021.

El Presidente, Morena, la CNTE y el SNTE —aunque éste lo haga con mesura— cantan victoria total. Cierto, volver al carril del mérito y deshacer lo que este gobierno hace será una tarea titánica, pero a fe mía que el país no podrá sostenerla.

No habrá educationem pace. La contienda persistirá y —conjeturo que— los maestros de base, no los líderes, serán los actores principales.

CARLOS ORNELAS

EXCELSIOR

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