¿Periodismo en crisis o mercantilizado?

Alfonso Carlos Ontiveros Salas.

La misión de informar persigue fines de orientación, de adoctrinamiento, de cultura y de valores y de honran la frase: “La prensa, es la artillería de la libertad”.
A través del periodismo, se recopila información, se investiga, se analiza y se difunde a través de medios de comunicación como la prensa escrita, los medios electrónicos como la radio, le televisión el internet y otros que nos aporta la tecnología.

Los hombres y mujeres que eligieron ejercer esta digna profesión, debe ser un privilegio. Sus notas, columnas, opiniones o cartones, que difunden el mensaje de todas aquellas cosas que ocurren en el mundo fáctico y que no podemos ver o percibirlo a través de nuestros sentidos. Como se dice en el mundo de la política, la información es poder, seguridad y confianza.

La esencia del periodismo y del periodista debe ser su lealtad a la profesión y veracidad en lo que escribe. Tiene que ser objetivo en los contenidos que difunde a través de la información, porque debe generar confianza conforme a principios éticos que permitan darle credibilidad a la información que llega a cada uno de los lectores, independientemente del medio que se utilice.

En nuestros días el periodismo ha entrado en una fase crítica de credibilidad y confianza. Ha dejado de ser objetivo, imparcial y veraz. Se incorporan en la actividad periodística intereses económicos muy lucrativos mediante convenios de difusión que se celebran con los gobiernos en turno.

No se ha sabido distinguir entre la finalidad comercial de los servicios que presta una empresa difusora y la legalidad de los convenios por ese motivo. La actividad periodística no debe mezclarse menos subordinarse por esa conveniencia comercial y que no sea la causa para perder la independencia periodística.

El interés del gobierno es evitar que la información lo exponga y que la sociedad conozca todo lo que hace y más cuando hay evidentes desvíos de recursos públicos para enriquecer los bolsillos del gobernante y del círculo de amigos que lo acompañan en el gobierno. La corrupción ha sido el enemigo público mas comentado en todos los círculos de opinión social.

Una empresa o empresas periodísticas que se presten a comercializar sus productos de información corrompe el periodismo y descompone la honorabilidad del periodista. La ambición de ganar más hace que la información se negocie llegando incluso a la extorsión.

Los principios éticos en la prensa y en los periodistas debe ser un imperativo. Escribir con la verdad protege al comunicador y le da confianza a la población de lo que se escribe y de lo que se le informa. El periodismo no debe ser utilizado como sistema de extorción para exigiendo cantidades millonarias para dejar de escribir lo que puede dañar. Es la puerta falsa que pone en riesgo la seguridad personal del comunicador.

En Sinaloa, hay crisis en el periodismo. Los problemas que padece la entidad se vuelven críticos, y ponen en riesgo la seguridad personal y social de la población. El gobierno utiliza a los medios de comunicación para que la información no se conozca y que la inseguridad no sea motivo de intranquilidad social.

La delincuencia organizada se ha infiltrado y arraigado en las esferas del gobierno y los medios no hacen nada para difundirlo. El silencio es brutal por los muchos pesos que se pagan para callar complicidades y compadrazgos.

Se ha perdido la independencia periodística. Pactos de exclusividad se han firmado para atacar a la Universidad Autónoma de Sinaloa y mantenerla todos los días en primeras planas denostándola perversamente atribuyéndole espacios de corrupción, sin haberle demostrado su acusador ni una pizca de desvíos presupuestales. Los dictámenes de las auditorías federales los abofetean continuamente.

La inmoralidad por dinero apresó a periodistas, obligando a esos indecentes a decir que la UAS es la única Institución que los ofende y denosta. Que forma de perder dignidad y respeto. Deberían exigir justicia por los homicidios de Oscar Rivera, Humberto Millán, Javier Valdez, Luis Enrique Ramírez, y otros.

Los periodistas dejaron de tener independencia, protección y respeto. Subordinarse al gobierno mancilla la profesión. Los maltratan y los injurian a placer, y las instituciones de protección a periodistas se callan porque también están hasta el cuello comprometidos con el gobierno. La independencia se acabó, la profesión periodística en crisis y lo peor del caso es que se mercantilizó. Con sus excepciones.

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