PISA deprisa

La semana pasada, notas sobre el Programa Internacional de Evaluación de los Estudiantes desataron un pequeño escándalo. Parecía que el gobierno mexicano abandonaría el examen, pues no ha aplicado las pruebas de campo. La nota la proporcionó Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) al hacer consultas en la sede de la OCDE. Pero el presidente López Obrador declaró que sí seguirá.

Los observadores trazaron dos conjeturas. Primera, en realidad el gobierno sí había decidido desertar de PISA; a la Cuarta Transformación no le interesa la transparencia. Desprecia todo tipo de conocimiento experto y, por ello, la Secretaría de Educación Pública y la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu) dejaron pasar el tiempo sin hacer lo que les correspondía, a pesar de que ya se habían abonado los fondos a la OCDE.

Sin embargo, la presión de organizaciones de la sociedad civil, intelectuales y periodistas forzó al gobierno, al Presidente en persona, a recular. Y lo hizo a disgusto, de manera forzada y con titubeos, en la mañanera del 3 de mayo. Una vez que él dio el sí, la SEP y la Mejoredu se apresuraron a ratificar el asunto.

Puede ser que sí, que esa explicación tenga bases. Abandonar PISA implicaría abrir un conflicto más en el frente internacional. México es miembro de la OCDE y aunque al gobierno no le plazca, por neoliberal, salir de esa organización implicaría costos y mayor aislamiento.

No obstante, este gobierno no es dado a ceder. El Presidente no tiene reversa. No responde a presiones y menos de aquellos que considera sus enemigos, conservadores y corruptos, que defienden el pasado neoliberal. Aquí entra la otra conjetura.

Ni el Presidente ni la secretaria de Educación Pública, Delfina Gómez Álvarez, tenían presente ese compromiso. A López Obrador no le interesa la educación, sólo las becas, sus programas Benito Juárez y las facciones del SNTE. La maestra Delfina aún no capta la complejidad del monstruo que comanda. La noticia los agarró desprevenidos. Empero, pudiéndolo hacer ni la SEP ni la Mejoredu pararon las especulaciones en la plaza pública, sólo hasta que el Presidente dijo sí.

Con todo, la primera conjetura no está muerta. No es seguro que México participe en la prueba PISA de 2022. Malicio que la Mejoredu y la SEP dejarán pasar el tiempo, no harán las pruebas de campo hasta agosto o septiembre, cuando ya sea tarde para la OCDE. No pueden hacerse deprisa.

No soy fan de PISA, pero sé de su valor para generar información y poner en perspectiva el aprendizaje de lo que la OCDE denomina habilidades para la vida. No es la transparencia perfecta ni muy útil para tomar decisiones, pero tampoco vitanda. Pienso que no ganamos nada si salimos de PISA y perderíamos presencia internacional.

Carlos Ornelas

EXCELSIOR

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