Trabajar jornadas excesivas también es trata de personas

Ricardo Ramirez

La última reforma a la Ley de Trata de Personas confirmó que estos delitos no sólo se limitan a la explotación sexual o el trabajo forzoso, abarcan también un universo de situaciones en el contexto laboral que tienen que ver con abusos y maltratos físicos, psicológicos y emocionales.

Este 30 de julio se conmemora el Día Internacional Contra la Trata de Personas, una fecha emblemática para reflexionar en torno a las diversas formas de abuso; el tiempo de trabajo es una de ellas y no se había tipificado hasta ahora.

Cinthya Susana Acosta Ugalde, coordinadora de la Comisión Interna para la Igualdad de Género de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán, considera que existe un paradigma que asocia la trata de personas únicamente con el maltrato físico visible. Sin embargo, en los espacios de trabajo también pueden presentarse abusos psicoemocionales.

“La trata implica obtener un beneficio de una persona sometida a esta situación, ya sea comercializando a la persona o explotando su trabajo. Esto genera un beneficio económico para el explotador, mientras que la persona explotada no recibe el mismo beneficio y sufre tanto física como emocionalmente”, explica Acosta.

La reforma de la Ley General para Prevenir, Sancionar y Erradicar los delitos en Materia de Trata de Personas reconoció por primera vez que la extensión de las jornadas de trabajo por arriba de los límites establecidos en la Ley Federal del Trabajo (LFT) puede considerarse como delito de explotación laboral.

Antes de ese cambio, este delito se configuraba sólo cuando se trabajaba en condiciones insalubres sin protección ni aplicación de ninguna norma, por recibir un pago desproporcionadamente inferior a la carga laboral o por una remuneración por debajo del salario mínimo.

Las jornadas laborales en un contexto de trata de personas tienen también un vínculo con el maltrato, incluso se pueden presentar castigos cuando no se cumplen con los horarios de trabajo excesivos.

“La reforma actual busca limitar esas jornadas y mejorar la organización del trabajo en nuestro país, donde la productividad no siempre corresponde al número de horas trabajadas”, menciona la académica de la FES Acatlán.

Malcom Aquiles Pérez, director de Incidencia en Políticas Públicas y Movilización de World Vision México, explica que la indiferencia ante la trata de personas, particularmente en lo que respecta la explotación sexual y laboral, fomenta la impunidad y genera un entorno de violencia y desconfianza social.

Esto crea condiciones de alta vulnerabilidad para las personas que son maltratadas o forzadas a trabajar, especialmente para niños, niñas, adolescentes, mujeres, comunidades indígenas y afrodescendientes, quienes enfrentan un mayor riesgo de explotación laboral.

Aquiles Pérez indica que los sectores más vulnerables a la trata en México, basándose en información oficial y estudios, son construcción y minería, agricultura, restaurantes y bares con venta de alcohol y servicios domésticos.

Según cifras del Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México, la explotación laboral está presente en la capital del país, el Estado de MéxicoCoahuilaGuanajuatoQuerétaroQuintana RooSan Luis PotosíSonora y Veracruz.

De los delitos de trata de personas, el tercero más recurrente son los de explotación laboral, con 11% de las denuncias.

Para Malcom Aquiles, el hecho de que casi dos millones de personas estén en quehaceres domésticos en condiciones inadecuadas muestra un escalamiento de los riesgos de vulneración de derechos.

En ese sentido, es fundamental que la población conozca sus derechos laborales para poder defenderse. Además de la capacitación adecuada sobre las condiciones y el objetivo de la empresa puede minimizar riesgos y ayudar a cumplir con la ley.

¿Cómo prevenirlo desde las empresas?

Cinthya Acosta considera que la reforma es un paso positivo hacia la problemática de la trata de personas. Sin embargo, recalca la importancia de detallar cómo se implementará la limitación de jornadas laborales y la supervisión adecuada con inspecciones. Sin estas medidas, advierte, la modificación a la ley puede quedarse corta.

Para que las empresas aseguren que no contribuyen indirectamente a la trata de personas a través de prácticas laborales, deben respaldarse siempre con contratos de trabajo bien estructurados que detallen claramente las condiciones laborales, incluyendo horarios y capacitación, tal como lo establece la LFT.

“Es crucial fomentar una cultura laboral que valore el bienestar en el trabajo, no sólo la cantidad de horas trabajadas. La transparencia y la adherencia a la ley son fundamentales para minimizar los riesgos y garantizar condiciones laborales justas”, afirma Acosta Ugalde.

En ese tenor, la especialista señala que si se permiten estas prácticas, directa o indirectamente, esto puede ocasionar consecuencias a largo plazo en la fuerza laboral, con afectaciones en la salud que pueden ocasionar la muerte.

Indica que las consecuencias a largo plazo pueden ser físicas y emocionales. Entre las físicas están las enfermedades estomacales como la gastritis y la colitis, enfermedades cardiacas y trastornos de ansiedad y estrés crónico.

También te puede interesar