Trump y la bala mediática

Jorge Bravo

El 13 de julio de 2024 un atentado fallido contra Donald Trump en un mitin en la Pensilvania rural desató una tormenta mediática y en redes sociales sin precedentes: sacudió a la opinión pública y reavivó el debate sobre la violencia política y armada en Estados Unidos. 

El ataque, que sólo dejó a Trump con una herida en su oreja derecha, catapultó una intensa cobertura mediática y una avalancha de reacciones en redes sociales, como un reflejo de las profundas divisiones políticas del país.

Tras el atentado, Trump y su equipo de campaña han seguido una estrategia para reforzar su imagen de líder fuerte y resiliente. En su cuenta de Truth Social, Trump publicó: “No temeremos, permaneceremos resistentes en nuestra fe y desafiantes ante la maldad”. Este mensaje, acompañado de imágenes heroicas de él, buscó proyectar una imagen de invencibilidad y de lucha constante por los valores estadunidenses que él y sus seguidores defienden.

En sus mensajes posteriores, Trump ha enfatizado su narrativa de victimización, presentándose como un mártir de las políticas del Partido Demócrata y del gobierno de Joe Biden. Ha utilizado el intento de asesinato para subrayar la amenaza que enfrentan sus seguidores y para demonizar a sus opositores políticos, especialmente a los demócratas y a los medios de comunicación que considera hostiles.

Durante su presidencia, Trump enfrentó críticas por su manejo de la violencia armada en Estados Unidos. Entre 2017 y 2021 el país experimentó un aumento en el número de tiroteos masivos, con más de 200 incidentes y múltiples víctimas inocentes, incluidos niños en sus colegios. Trump se mantuvo firme en su apoyo a la Segunda Enmienda, resistiéndose a implementar controles más estrictos sobre la venta y posesión de armas de fuego de alto calibre como la que se detonó en su contra. 

Esta posición contrastó con la de los demócratas, quienes abogaron por una legislación más estricta en materia de armas. El atentado de Pensilvania revivió el debate, con demócratas utilizando el incidente como una necesidad urgente de reformas en las leyes de armas; mientras que los republicanos, liderados por Trump, insisten en que el problema no es la disponibilidad de armas, sino la falta de seguridad y de medidas para proteger a los ciudadanos, siendo él un ejemplo viviente.

El atentado también puso en primer plano la agenda temática de Trump, caracterizada por la polarización y temas controversiales como la inmigración y el aborto. Desde el comienzo de su carrera política, Trump ha utilizado una retórica incendiaria para movilizar a su base, demonizando a los inmigrantes que cruzan la frontera con México y tomando una posición dura contra el aborto. 

Durante la Convención Nacional Republicana, apenas dos días después del tiroteo, Trump nombró como compañero de fórmula a James David Vance, un declarado antiabortista, quien podría llegar a ser el vicepresidente de Estados Unidos en caso de que Trump triunfe en la elección de noviembre próximo, como ya indican algunas encuestas, aunque lo importante es ganar en ciertos distritos electorales muy competidos. 

Crooks. El joven agresor. Foto: Distrito Escolar de Bethel Park a través de AP

Estas tácticas han profundizado la polarización realmente existente en Estados Unidos, creando un ambiente político confrontativo. El atentado ha exacerbado estas divisiones, con seguidores de Trump reafirmando su apoyo incondicional y sus detractores criticando su retórica como factor que contribuye a la violencia.

La respuesta de los republicanos al tiroteo ha sido de solidaridad con Trump. Han utilizado el acontecimiento para reforzar su estrategia de que los conservadores están bajo ataque y que es necesario unir filas en defensa de sus valores, pese a que el tirador (Thomas Matthew Crooks) estaba afiliado al Partido Republicano. La narrativa ha sido de desafío y de rechazo a cualquier crítica que sugiera que las políticas o la comunicación de Trump contribuyeron a un ambiente de violencia.

Los demócratas han subrayado la necesidad de un discurso más moderado, unificador y de medidas que aborden las causas de la violencia. Este discurso conciliador rindió frutos hace cuatro años cuando por un margen muy limitado triunfó Biden, pero en 2020 no se cuestionaban las facultades mentales ni la capacidad para gobernar del actual presidente demócrata.

El atentado también desencadenó un fenómeno comunicativo abrumador: la rápida proliferación de desinformación y teorías de la conspiración. Instantes después del tiroteo, las redes sociales se llenaron de especulaciones, de teorías sobre los responsables y los motivos detrás del ataque.

Algunos sugirieron que se trataba de un montaje de Trump para ganar simpatía electoral, otros aseguraron que Biden lo había ordenado, unos más acusaron a grupos extremistas. Partidarios republicanos en el mitin imprecaron a los periodistas diciendo “esto es culpa de ustedes” los medios de comunicación, pero “ustedes son los siguientes”. Trump instó a su personal de campaña a “condenar todas las formas de violencia” y dijo que “no tolerará una retórica peligrosa en las redes sociales”.

Pero la velocidad y el alcance de estas teorías reflejan la desconfianza que muchos estadunidenses sienten hacia los medios, sus periodistas y las instituciones. La desinformación ha sido amplificada por figuras mediáticas y políticos de ambos bandos que buscan capitalizar el incidente para sus fines.

Un aspecto llamativo fue la proliferación de fotos heroicas de Trump tras el atentado. Imágenes de él incorporándose, con expresión desafiante y el puño en alto, han sido ampliamente difundidas por sus seguidores, los medios y las redes sociales. Esta iconografía busca consolidar el discurso de Trump como un líder capaz de enfrentar cualquier adversidad.

El atentado a Trump en Pensilvania es un microcosmos de las dinámicas mediáticas y políticas en Estados Unidos, por tratarse de un ataque desde el corazón de un imperio que muestra grietas y resquebrajadura en sus valores y unidad nacional. Estas señales son vistas y analizadas por el mundo. 

La reacción de los medios y las redes sociales reveló el pulso de la sociedad estadunidense, las profundas divisiones del país y la importancia de una comunicación responsable y veraz en tiempos de crisis. Mientras Trump y sus seguidores utilizan el incidente para reforzar su narrativa de resistencia y victimización, el resto del país debate las causas y las soluciones a la violencia que acecha a la nación con más armas en las manos y los hogares de su población.

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