Un estudio revela que los niños podrían portar altos niveles de coronavirus

La investigación no prueba que los niños infectados sean contagiosos, pero debería tomarse en cuenta en el debate sobre el regreso a las escuelas, dijeron algunos expertos.

Ha sido una frase reconfortante en el debate nacional sobre la reapertura de las escuelas: la mayor parte de los niños pequeños se libran del coronavirus y no parecen contagiar a otros, al menos no muy a menudo.

Pero el jueves 30 de julio, un estudio introdujo un giro inesperado e indeseable a esta historia.

Según la investigación, los niños infectados tienen al menos la misma cantidad de coronavirus en nariz y garganta que los adultos infectados. De hecho, los autores descubrieron que los niños menores de cinco años pueden albergar hasta 100 veces más virus en el tracto respiratorio superior que los adultos.

Esa medida no necesariamente prueba que los niños transmiten el virus a otros. Aún así, los hallazgos deberían influir en el debate sobre la reapertura de las escuelas, dijeron varios expertos.

“La situación de la escuela es muy complicada; hay muchos matices más allá del científico”, dijo Taylor Heald-Sargent, experta en enfermedades infecciosas pediátricas del Hospital de Niños Ann and Robert H. Lurie de Chicago, quien dirigió el estudio, publicado en JAMA Pediatrics.

“Pero una conclusión es que no podemos suponer que solo porque los niños no se están enfermando, o no se están enfermando mucho, no tienen el virus”.

El estudio no carece de advertencias: fue pequeño y no especificó sexo u origen étnico o racial, o si tenían condiciones subyacentes. Las pruebas buscaron ARN viral, piezas genéticas del coronavirus, en lugar del virus en sí. (Su material genético es ARN, no ADN).

Aún así, los expertos se alarmaron al saber que los niños pequeños pueden portar cantidades significativas del coronavirus.

“He escuchado a muchas personas decir: ‘Bueno, los niños no son susceptibles, los niños no se infectan’. Y esto claramente muestra que no es verdad”, dijo Stacey Schultz-Cherry, viróloga del St. Jude Children’s Research Hospital.

“Creo que este es un primer paso importante, muy importante, para entender el papel que tienen los niños en la transmisión”.

Jason Kindrachuk, virólogo de la Universidad de Manitoba, dijo: “Ahora que llegamos a fines de julio e intentamos abrir las escuelas el próximo mes, esto realmente necesita tomarse en consideración”.

La prueba de diagnóstico estándar amplifica el material genético del virus en ciclos con la señal cada vez más brillante en cada ronda. Mientras más virus haya en el hisopo inicialmente, menos ciclos se necesitarán para obtener un resultado claro.

Heald-Sargent, que tiene interés en la investigación de los coronavirus, comenzó a notar que las pruebas de los niños regresaban con bajos “umbrales de ciclo” (CT, por su sigla en inglés), lo que sugería que sus muestras estaban llenas de virus.

Intrigada, llamó al laboratorio del hospital un domingo y pidió que revisaran los resultados de las pruebas de las últimas semanas. “Ni siquiera era algo que nos propusimos buscar”, dijo.

Ella y sus colegas analizaron muestras recolectadas con hisopos nasofaríngeos entre el 23 de marzo y el 27 de abril en sitios de pruebas hechas en autos en Chicago y de personas que acudieron al hospital por cualquier motivo, incluidos los síntomas de la COVID-19.

Observaron los hisopos recabados de 145 personas: 46 niños menores de cinco años; 51 niños de entre cinco y 17 años; y 48 adultos de entre 18 y 65 años. Para evitar las críticas de que se esperaba que los niños realmente enfermos tuvieran muchos virus, el equipo excluyó a los niños que necesitaron oxígeno suplementario. La mayoría de los niños en el estudio tuvieron solo fiebre o tos, dijo Heald-Sargent.

Para comparar los grupos de manera justa, el equipo incluyó solo niños y adultos que tenían síntomas leves a moderados y sobre los cuales había información sobre el momento en que comenzaron los síntomas. Heald-Sargent excluyó a las personas que no tenían síntomas y que no recordaban cuándo habían comenzado a sentirse enfermas, así como a aquellas que tuvieron síntomas durante más de una semana antes de la prueba.

Los resultados confirmaron el presentimiento de Heald-Sargent: los niños y adultos tenían CT similares, con una mediana de aproximadamente 11 y hasta 17. Pero los niños menores de cinco años tenían un CT significativamente más bajo, de aproximadamente 6,5. El límite superior del rango en estos niños era un CT de 12, sin embargo, sigue siendo comparable a los de los niños mayores y los adultos.

“Definitivamente muestra que los niños tienen niveles de virus similares y, quizás, incluso más altos que los adultos”, dijo Heald-Sargent. “No sería sorprendente si pudieran arrojar” el virus y transmitirlo a otros.

Los resultados son consistentes con aquellos de un estudio alemán con 47 niños infectados de entre uno y 11 años de edad, que mostró que los niños que no tenían síntomas tenían cargas virales tan altas como las de los adultos, o incluso mayores. Y un estudio reciente de Francia halló que los niños asintomáticos tenían CT de valores similares a los de niños con síntomas.

Los valores de CT son un indicador razonable de la cantidad de coronavirus presente, dijo Kindrachuk, quien usó esta métrica durante los brotes de ébola en África occidental.

Aún así, él y otros dijeron que, idealmente, los investigadores deberían cultivar virus infecciosos a partir de muestra, en lugar de analizar solo el ARN del virus.

“Sospecho que probablemente se traducirá en que también hay más virus reales allí, pero no podemos decir eso sin ver los datos”, dijo Juliet Morrison, viróloga de la Universidad de California en Riverside.

Algunos virus de ARN se multiplican rápidamente y son propensos a errores genéticos que hacen que el virus sea incapaz de infectar a las células. Algunos ARN detectados en niños pueden representar estos virus “defectuosos”: “Necesitamos entender cuánto de eso son realmente virus infecciosos”, dijo Schultz-Cherry.

(Los investigadores dijeron que no tenían acceso al tipo de laboratorio de alta seguridad requerido para cultivar coronavirus infecciosos, pero otros equipos han cultivado virus de muestras de niños).

Todos los expertos enfatizaron que los hallazgos al menos indican que los niños pueden infectarse. Aquellos que albergan una gran cantidad de virus pueden contagiarlo a otros en sus hogares, o a maestros y otros miembros del personal cuando las escuelas vuelvan a abrir.

Muchos distritos escolares planean proteger a los estudiantes y miembros del personal mediante la implementación de distanciamiento físico, cubrebocas de tela e higiene de manos. Pero no queda claro en qué medida podrán los miembros del personal y los profesores evitar que los niños pequeños se acerquen demasiado a otros, dijo Kindrachuk.

“Francamente, no he visto mucha discusión sobre cómo se va a controlar ese aspecto”, dijo.

Las observaciones de escuelas en varios países han sugerido que, al menos en lugares con brotes leves y donde se aplican medidas preventivas, los niños no parecen transmitir el virus a otros de manera eficiente.

Las respuestas inmunes fuertes en los niños podrían limitar la cantidad de virus que pueden transmitir a otros y por cuánto tiempo. La salud general de los niños, las afecciones subyacentes como la obesidad y la diabetes, y el sexo también pueden influir en la capacidad de transmitir el virus.

Algunos expertos han sugerido que los niños pueden transmitir menos virus debido a su menor capacidad pulmonar, altura u otros aspectos físicos.

Morrison lo descartó. El virus se elimina por el tracto respiratorio superior, no por los pulmones, destacó.

“Vamos a estar reabriendo guarderías y escuelas primarias”, dijo. Si estos resultados se sustentan, “entonces sí, estaría preocupada”.

Por: Apoorva Mandavilli

NY TIMES

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