Una verdadera mamarrachada

Jaime Guerrero Vázquez

No basta decir que la propuesta presidencial de reforma electoral es regresiva. Es el clavo final en el ataúd de una democracia que ya no existe más que como un recuerdo, pero nos negamos a aceptarlo. Así pasa con los buenos recuerdos, nos negamos a aceptar que pueden llegar a su fin.

Las opiniones en contra de esa propuesta se acumulan, no solamente desde los partidos de oposición (esperemos): PRI, PAN, PRD y MC. También han opinado personajes como Porfirio Muñoz Ledo, uno de los personajes claves en el diseño institucional electoral, quien dijo que la iniciativa presidencial es una “verdadera mamarrachada”. Afirmó, con toda razón, que salvar al INE es salvar la democracia.

Otro personaje que también ha contribuido en la construcción democrática es Cuauhtémoc Cárdenas, candidato presidencial de la izquierda en 1988, 1994 y 2000. Respecto a la iniciativa de AMLO, Cárdenas aseguró en un foro que “pone en riesgo la autonomía del INE”. Sobre el mismo tema, la senadora Beatriz Paredes, del PRI, fue más dura: “no es simplemente una operación quirúrgica fuerte, sino que es una amputación».

Los señalamientos y advertencias sobre el carácter retrógrado de la propuesta presidencial se han venido haciendo desde el principio, desde que AMLO delineó cuales serían sus características. Expertos en derecho electoral y en estudios sobre la democracia señalaron que no sólo era un retroceso, sino que constituía una apropiación de las instituciones electorales con vistas al 2024.

A nivel internacional también ha habido señalamientos. En respuesta a una solicitud del INE, la Comisión Europea para la Democracia por el Derecho, conocida como la Comisión de Venecia, emitió una opinión al respecto. Este órgano, integrado por expertos independientes de 61 países, señaló que las modificaciones propuestas a la Constitución “no proporcionan suficientes garantías de la independencia e imparcialidad del organismo electoral y de los jueces del Tribunal Electoral”. También subrayó que cambiar un sistema que “funciona bien en general y que goza de la confianza” conlleva el riesgo de “socavar dicha confianza”.

Pese a todas estas opiniones, el presidente López ha seguido adelante con su proyecto. No es extraño, luego de que en 2021 y 2022 su partido y aliados no lograran llevarse el carro completo, teme que en 2024 una mala selección de candidato o candidata lleve a una derrota. Su favorita, Claudia Sheinbaum, no parece una opción claramente ganadora. Los otros dos candidatos, Ebrard y el otro López, tampoco. No es extraño que en días recientes se haya quejado en varias ocasiones que le falta tiempo para transformar el país. Me parece que está reconsiderando quedarse en la presidencia después de 2024.

Más allá de esto, preocupa que la oposición a esta reforma electoral regresiva se esté organizando con tanta calma. Un movimiento que debía haber empezado hace meses apenas se está formando. Me refiero a Unid@s, un esfuerzo que suma a políticos, legisladores, empresarios, intelectuales y académicos. También hay que indicar que recientes declaraciones hacen suponer que el llamado “bloque de contención” en la Cámara de Diputados podrá rehacerse con el PRI, PAN, PRD y MC.

Supongamos, para fines analíticos, que se logra frenar en el Congreso de la Unión la propuesta regresiva de reforma electoral del presidente. ¿Se conjura el peligro? De ninguna manera. Viene el cambio de consejeros con la salida de Lorenzo Córdova Vianello, Adriana Margarita Favela Herrera, José Roberto Ruiz Saldaña y Ciro Murayama Rendón en abril del año que viene.

Con esto, se abre la posibilidad de que López Obrador logre colocar dos o tres sustitutos. Adicionalmente, todo indica que el presupuesto para el INE sufrirá otra vez una fuerte restricción, como una forma de anular la eficiencia del organismo. De una u otra forma parece inevitable la captura o reducción del Instituto y, por lo tanto, la culminación del autogolpe de Estado.

Ya se han planteado algunas movilizaciones para llamar a la ciudadanía a defender al INE, a la formación de comités estatales con el mismo sentido y a campañas por redes sociales. Es el camino correcto. Hay que hacer también una campaña de denuncia internacional. A un presidente que ha construido ante nuestros ojos un gobierno autoritario en camino de convertirse en tiranía, hay que elevarle el costo de sus decisiones. El costo de ser ciego, sordo y poco empático con los problemas y necesidades ciudadanas.

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