Violencia contra periodistas, los estragos que pocos cuestionan

La violencia contra la prensa es un fenómeno que ha causado graves estragos en la vida de los comunicadores, pero de manera preocupante, está atentando sobre la libertad de expresión

México es un país que se distingue por diversas características tanto positivas como negativas. Sin embargo, esta última está marcada por un fenómeno de violencia que impregna a la mayor parte del país. Este es claramente un tema que tiene distintas caras, una de ellas es la que se ejerce en contra de la prensa, la cual ha cobrado la vida, la seguridad y la libertad de cientos de periodistas a lo largo de las últimas décadas.

De acuerdo con el Informe Mundial 2015 elaborado por la organización Human Rights Watch México se menciona que la estrategia de la guerra contra el narcotráfico iniciada en el gobierno de Felipe Calderón (2006) fue una de las decisiones que dieron pauta a resultados desastrosos, puesto que no logró contener a las poderosas mafias delictivas que operaban en el país, sino que por el contrario “generó un incremento de las graves violaciones a los derechos humanos de los periodistas y de la sociedad civil” (Cervantes, 2015: 306).

Por otro lado, los datos emitidos en el Informe Attacks on the press realizado por la Comisión para la Protección de Periodistas en 2011, revelaron que el panorama mexicano durante el periodo 2008, 2010 y 2011 fue uno de los más complicados ya que lo colocó como el segundo país del mundo con mayor número de periodistas ejecutados, sólo superado por Pakistán, un país que padece una guerra de carácter étnico–religioso. Lo cual indica que las causas o tipos de violencia hacia los periodistas en México son otros.

Con base en lo anterior, la Clasificación Mundial 2020 de la Libertad de Prensa, realizada por la organización Reporteros Sin Fronteras fundamenta y refuerza lo anterior precisando que el caso mexicano ha llegado a consolidarse en el lugar 143 de 180 en el ejercicio periodístico, posicionándose así, como uno de los países en el que dicha profesión se ve continuamente amenazada. (RSF, 2020).

Ante estos índices que muestran el preocupante panorama que la prensa experimenta en México, la pregunta en este espacio va más allá de seguir cuestionando el origen de la violencia, sino que ahora lo que se debe empezar a visibilizar es que dentro de la perpetración de la violencia existen diversas formas en cómo se lleva a cabo tales como la psicológica – expresada en amenazas, hostigamiento, acoso – la simbólica – aquella que nace desde los discursos, mismos que no provienen únicamente de la sociedad sino que emergen desde los actores de gobierno, incluso de Ejecutivo Federal . El asesinato no es la única forma de acallar a lxs periodistas.

Derivado de este planteamiento que diversifica las formas de violencia, también es preciso apuntar en que las consecuencias que derivan también son distintas. La violencia psicológica produce principalmente miedo persecutorio, ansiedad, insomnio, estrés postraumático. Por su parte, la violencia física deja a su paso daños corporales irreversibles e incluso pueden culminar con la muerte. No obstante, la violencia simbólica y sus estragos son aquellas que la mayoría de lxs personas considerarían inexistentes, porque pasa desapercibido. No toca, pero sí normaliza. Con ello hago referencia a que los discursos pueden causar controversias, debates o simplemente nada al espectador. Sin embargo, el daño principal es que funge como propulsor de la un fenómeno más grave como la normalización de la violencia. Aquello a lo que la sociedad se ha ido acostumbrando y que ya son pocas las cosas que van sorprendiendo.

La violencia contra la prensa y las consecuencias con las que quedan son aspectos débilmente tratados en nuestro país. Se cuenta con un Mecanismo de Protección a Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas que ya tiene el alcance necesario para tratar todos los casos registrados. Este mecanismo actúa en el marco de la perpetración de la violencia, pero si la pregunta aquí es sí hay un mecanismo que atienda las consecuencias en los periodistas y sus familiares, la realidad es que no hay.

Se carece de un seguimiento físico, psicológico y económico que de manera puntualizada atienda estos temas. Es preocupante reconocer que en México quien sufre violencia libra los estragos como puede. Se nos olvida que son seres humanos que después de ser violentados se enfrentan a múltiples consecuencias que no solo afectan de manera personal, sino que también trastocan el núcleo familiar. El gobierno mexicano debe actuar frente esta problemática de manera urgente y eficaz. La cuestión de la violencia contra la prensa no sólo pone de manifiesto la vulnerabilidad del gremio, sino que traspasa las fronteras y atenta contra la libertad de expresión de todxs.

Rubí Toledo

Fuente: Excelsior

También te puede interesar